El verdel anuncia la llegada de la primavera, los mares con más horas de luz batiendo su superficie registra una floreciente riqueza nutricional llamada fitoplancton que hace que las especies afloren en su hábitat a la superficie para nutrirse, el primero, es el más rápido, el más fuerte, y no es otro que el verdel, su carne de sabor fuerte, debido a su potencia como nadador-de hecho es pariente del atún-, hace que cuando es fresco sea un manjar y cuando se inicia su rápida degradación se convierta en un producto fuerte-incluso empalagoso-y rechazado. En su frescura está su magia, yo recomiendo-nada más comprarlo-meterlo en agua con sal y hielo para detener su descomposición enzimática y así conseguir que su mágica frescura, se pueda adueñar de nuestros paladares. También es básico retirar su tripa rápidamente.
En cuanto a la hora de elaborarlo, estamos habituados a cocinarlo a la placha o al horno, gran error, este pescado, está pidiendo cocerse en agua con sal, es en esta forma de cocinado cuando su delicado sabor, su sugerente aroma, desarrollan su máxima expresión. Una vez cocido-por supuesto con espina-lo desmigamos, pero intentando romperlo lo menos posible y aromatizarlo con un aceite vegetal, ya el toque de gracia es poderlo acompañar de una cebolleta muy fresca y picada…amig@s que cocinais, si seguis estas instrucciones, desde la compra, al acabado, habreis descubierto el manjar más económico y sorprendente que os podais imaginar…yo hoy sigo aclamando viva el verdel-algún día muy próximo será un lujo inalcanzable, así que aprovechar-.