El equipo completo de ‘Al Filo’, formado por Edurne Pasaban, Asier Izagirre, Alex Txikon, Ferrán Latorre, Nacho Orviz y los cuatro sherpas de altura que llevan de apoyo descansan ya en el campo 2 (5.500 metros) tras subir sin novedad desde el campo base.

Han comido bien, se han hidratado y ahora, madrugada ya en Nepal, duermen a la espera del madrugón que les espera para cruzar lo más pronto posible (cuando el sol todavía no pegué en la pared y por lo tanto el hielo es más estable) el tramo bajo el gran serac de La Hoz donde acaban todas sus avalanchas. Una zona que deben pasar obligatoriamente camino de la pared que deben equipar y que les lleva al campo 3.

En esta foto de Ferrán Latorre sacada desde las inmediaciones del campo 1 se ve perfectamente la ruta que tienen previsto seguir. Fijaos sobre todo en el cono que se forma al final del ‘plateau’ donde han montado el C-2, justo antes de auparse a la pared del glaciar que les lleva al C-3. Ése es el punto por el que caen todas las avalanchas del glaciar de La Hoz y que tienen que pasar lo más rápido posible. Y luego les espera la pared del glaciar, donde deberán buscar el camino en medio de un caos de hielo, grietas y seracs. A la vista de todo eso creo que lo único que se les puede desear es suerte.

Por cierto, si tenéis un ratito os recomiendo vivamente que leáis el blog de Ferrán Latorre, especialmente su último post, titulado ‘El inmenso Annapurna’. Es una de las definiciones más bellas y emocionantes de lo que significa esta montaña e intentar escalarla. Algo que, por cierto, Ferrán ya hizo en 1999, cuando acompañó a Juanito Oiarzabal en el que supuso su último ochomil de los primeros Catorce del vitoriano.

Ferrán Latorre en una de esas personas con las que merece la pena encontrarse al menos una vez en la vida. Yo tuve la suerte de hacerlo en la expedición al K2 de 2004. Es sin duda uno de los escaladores más completos y con un palmarés más brillante de España (aunque el preferiría hablar de Cataluña), aunque su experiencia vital va mucho más allá del alpinismo. Y con una sensibilidad y una claridad de ideas que evidencia en cada uno de sus textos. No hay que olvidar, por ejemplo, que fue el único miembro de la expedición de ‘Al Filo’ al K-2 que no hizo cumbre al renunciar a ella para ayudar a sus compañeros que descendían como problemas de la cima.

Ferrán con Sonam, un niño nepalí que apadrina en Katmandú.