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Doscientos metros o la distancia entre la vida y la muerte

Las distancias a ocho mil metros de altitud no tienen nada que ver con lo que significan a nivel de mar. Doscientos metros son una nimiedad donde el oxígeno satura la atmósfera, apenas dos o tres minutos a paso ligero. Un cuarto de hora o 20 minutos si pican hacia arriba. Pero cerca de la cumbre del Kangchenjunga, la tercera montaña más alta del planeta con sus 8.586 metros, se convierten en un trayecto eterno, interminable. Pueden suponer tres o cuatro horas de marcha. La diferencia entre la vida y la muerte.

Así que ayer, cuando Alex Txikon, el polaco Adam Bielecki y el ruso Dmitri Sinev alcanzaron los 8.350 metros en la vía británica de la cara Norte sobre las cuatro y media de la tarde (hora local, cuatro horas menos en España) el dilema que se les planteó fue realmente duro. Acumulaban ya 14 horas ganándole a la montaña metro a metro, probablemente había dejado atrás los tramos técnicamente más exigentes, tanto que Denis Urubko decidió darse la vuelta antes, y la cima estaba solo 200 metros más arriba. Pero les quedaban menos de dos horas de luz. Se les iba a hacer seguro de noche antes de alcanzarla. Así que en un ejercicio de lucidez nada fácil en la zona de la muerte, donde la falta de oxígeno abotarga el cerebro y la proximidad de la cumbre acelera el corazón, decidieron darse la vuelta.

Alex Txikon y Denis Urubko, a 7.600 metros en la cara Norte del Kangchenjunga.

Lo que les quedaba entonces hasta las tiendas del campo 4 (7.650 m.) era cuesta abajo pero en absoluto fácil. Sin equipar la ruta, y de noche a partir de las siete de la tarde, tuvieron que afrontar un descenso muy delicado que no les permitía un solo error.

Tras muchas horas de incertidumbre, incrementadas por la eventualidad de que al vizcaíno no le funcionó en todo el día el sistema de posicionamiento GPS que transmitía a través de Internet su posición en tiempo real, por fin, pasadas las once de la noche (hora de Nepal), el Facebook de Denis Urubko publicaba un escueto mensaje del ruso, casi telegráfico, enviado desde su teléfono satélite: “El trío ADA (Alex, Dmitri y Adam) en el C-4, cansados y agotados pero todos se encuentran bien. Vamos a hervir agua (para que se hidraten). Mañana descendemos. Denis”.

Habían pasado 22 horas desde que partieron de esa misma tienda de campaña la noche anterior. Poco después, Alex contactaba con su equipo de casa y explicaba que vivieron un momento de apuro cuando llegaron a la altura de las tienda del campo 4 pero no las encontraban. “He bajado tan cansado que he tenido alucinaciones”, reconocía.

Una vez en el campo base, al que llegarán hoy o mañana, Alex, Denis y Adam tendrán que decidir si finalmente intentan la nueva ruta por el centro de la pared Norte, su objetivo último en esta expedición. Todo dependerá del cansancio con el que hayan bajado y de su capacidad de recuperación.

Cima a los 75 años

Y mientras Alex Txikon y sus compañeros de expedición retaban al Kangchenjunga por la vertiente Norte, por la Sur lo hacía el veterano Carlos Soria con mejor suerte. El abulense se convertía ayer pasadas la nueve de la mañana y a sus 75 años, en la persona de más edad en hollar la tercera montaña más alta del planeta. Es además su undécimo ochomil, por lo que solo le quedan por ascender Annapurna, Shisha Pangma y Dhaulagiri para completar Los Catorce.

Foto de cumbre de Carlos Soria.

Soria hizo cumbre tras 14 horas de ascensión, después de haber partido hacia ella a las 7 de la tarde del día anterior con oxígeno artificial y acompañado por su equipo de alpinistas y sherpas de la Expedición BBVA, especialmente su inseparable Mukthu Sherpa, con el que ha conseguido sus últimos cinco ochomiles.

El veterano alpinista castellano ha sumado así el Kangchenjunga a su colección de récords de longevidad. Soria ya se convirtió en 2004 en el ‘abuelo’ del K2 (65 años), al que en los años siguientes le han sucedido los récords del Broad Peak (68), Makalu (69), Gasherbrum I (70), Manaslu (71) y Lhotse (72). Es, además, el único alpinista en el mundo que ha escalado nueve de los 14 ochomiles con más de 60 años. Y espera convertirse en el más veterano en completarlos todos.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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