“Nos han dicho que hay una ola de calor en Nepal y aquí tenemos un calor de cojones. Todo se está descomponiendo y por el glaciar bajan unas riadas impresionantes. ¡Se nos va a caer medio monte!”. Alex Txikon suma seis ‘ochomiles’ en su palmarés y acumula ya una docena de expediciones a las montañas más altas del planeta, pero lo que está viviendo estos días en el Annapurna no lo había visto nunca.
El país se está viendo afectado por una ola de calor que ha llegado incluso a la cordillera del Himalaya, donde las temperaturas están siendo inusualmente altas. “¡Me paso el día en pantalón corto!”, proclama. Esta circunstancias, que en un principio pudiera parecer favorable, se convierte el todo un hándicap para los alpinistas porque las condiciones de la nieve, el hielo y los glaciares se degradan y convierten las montañas en auténticas ratoneras.
Y eso es lo que le está pasando a la expedición de Edurne Pasaban en el Annapurna, con el agravante de que esta montaña ya es suficientemente peligrosa en condiciones normales por el terreno tan roto de su cara norte, plagada de glaciares y amenazantes seracs. Como la tolosarra explica en su blog , “Todos nosotros estamos un poco asustados con este tiempo, ya que no nos parece muy normal, y nos preocupa a la hora de subir, necesitamos buen tiempo, pero no tanto calor, ya que la montaña se puede caer a cachos”.
El grupo lo vivió en sus propias carnes ayer, durante el descenso al campo base tras llegar al campamento 2, a 5.600 metros de altura. “Llegamos al glaciar y de repente nos encontramos con que el riachuelo que habíamos cruzado para subir se había convertido en una riada acojonante. Edurne, Asier y Nacho lo pasaron bien, pero de repente tuvo una crecida, como si más arriba se hubiese roto un dique natural. Cuando salté yo rompió la repisa y di un buen golpe en la rodilla. Pero Ferrán, que venía filmando y era el último, las pasó canutas. Llegamos a pensar que no podía pasar”, explica Txikon vía satélite. Una vez en el CB, el médico de la expedición examinó en profundidad la rodilla dañada del vizcaíno y, aunque descartó cualquier lesión, se la vendó por precaución.
Riada al margen, el glaciar se muestra especialmente descompuesto y los seracs, más amenazantes que nunca. La degradación del terreno es tal que ayer, camino del campo 2, “a los diez metros de salir del campo 1 ya nos habíamos encordado para atravesar el glaciar. Estaba tan peligroso que tardamos una hora en recorrer kilómetro y medio”. Incluso el viernes, camino del C-1, donde durmieron, un alud les pasó tan cerca que les dejó a todos blancos.
En medio de tantos problemas, la buena noticia es precisamente que el buen tiempo les está permitiendo quemar etapas mucho más rápido de lo previsto y en menos de una semana de estancia a los pies de la montaña ya han llegado al campo 2. Algo que no habían previsto ni en la mejor de sus previsiones. Allí han dejado un depósito con una tienda grande, cuerda y material de escalada y algo de comida. A partir de ahora, éste será campo 1 de facto, mientras el que lo ha sido hasta ahora se quedará sólo como depósito de material.
Pero los verdaderos problemas llegan a partir de ese C-2, cuando la ruta se adentra en la zona más rota de la montaña. “Allí arriba hemos visto perfectamente el serac bajo el que tenemos que pasar entre el C-2 y el C-3 y da miedo. Tiene 150 metros de alto y unos quinientos metros de largo y parece que se va a caer en cualquier momento”, explica Txikon.
La sensación de peligro que ofrece es tal que el grupo se está planteando abrir una nueva ruta por un espolón de roca que discurre a la izquierda de la vía alemana, por la que están subiendo ahora mismo. “Es más técnico, pero lo vemos mucho más claro, menos peligroso”, aclara el alpinista lemoatarra. Incluso se han planteado dividir el equipo en dos grupos para avanzar más rápido, ya sea por rutas paralelas o equipando la que elijan de forma sucesiva: mientras uno descansa el otro trabaja.
Sea cual sea la decisión elegida, la tomarán hoy, en una reunión que mantendrá todo el equipo en el campo base y que se antoja decisiva para el futuro de la expedición.
Edurne, asegurando a un compañero.
Pequeño descanso camino del C-1. Mirando a la cámara, Edurne y Nacho Orviz.
Alex, Asier un sherpa y Edurne, en una reunión.
Edurne, camino del C-1.
Paso aéreo y delicado.
Preparando la cuerda.
Nada más salir del C-1, ya encordados.
Hacia el C-2
Llegando al C-2.
Merecido descanso en el C-2.
Saludos desde el C-2.
Fotos: Ferrán Latorre (Al Filo).