Y, la verdad, lo que me sorprende no es que aparezca un pillo. Lo que me maravilla es que modestos y honrados ahorradores caigan en sus garras. Una y otra vez, como si fuésemos incapaces de aprender la lección. El esquema es siempre el mismo. La promesa de altos tipos de interés, la escasa transparencia en las operaciones, el pago de los intereses con el dinero fresco de nuevos inversores y el estallido de todo el montaje cuando el pillo decide poner tierra de por medio o cuando hay peticiones masivas de reembolsos y pocas entradas nuevas.
Recuerdo decenas de casos. Gescartera, Afinsa, Forum, Madoff y otros muchos más de carácter local. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que caer en sus garras no es una cuestión de falta de formación. En Gescartera, por ejemplo, cayeron atrapados inversores cualificados. Sin ir más lejos, Madoff cazó al mismísimo Banco Santander.
Los pillos juegan con la avaricia de sus víctimas y algunos tópicos extendidos en nuestra sociedad. Por ejemplo, ese de que “los bancos nos engañan, se aprovechan de nuestro dinero y no nos dan todo lo que nos merecemos por nuestros ahorros”. Es probable que algo de todo esto sea verdad, pero algunos olvidan que el beneficio es una consecuencia directa del riesgo y que difícilmente puede ser creíble alguien que, como en este caso, garantice una rentabilidad del 15%.
De nada parecen servir la publicación de estos casos, ni tampoco las continuas advertencias de organismos como la CNMV para que los inversores adopten precauciones lógicas cuando confía sus ahorros a otros. Los Madoff se reproducen como las setas y…. los ‘ingenuos’ también. Y, estos últimos, ¿son también un poco pillos….?