Los matices técnicos y jurídicos de la cuestión son suficientemente enrevesados como para sobrevolarlos. El fondo de la cuestión ya fue juzgado por el Tribunal de Luxemburgo y dictó sentencia: no se ajustaban a la legalidad. Me da la sensación de que en la persecución que ahora hace la Comisión Europea de este tema puede haber algo de ensañamiento, quizá también de maniobra ejemplarizante –cómo enseñar a los europeos el rigor en las normas de la competencia, pateando el trasero de las Diputaciones forales- e incluso me atrevo a intuir que hay algo de revancha. Ya sé que semejante actitud no encaja para nada con el espíritu de Robert Schuman pero la naturaleza humana tiene esas flaquezas.
Ahora, con perspectiva histórica, tengo que concluir que me equivoqué hace aproximadamente una década al juzgar a los altos funcionarios de la Comisión Europea. Pensé entonces que eran unos indolentes, que tenían las gónadas y los ovarios de un material similar al mármol y que, más o menos, les daba igual el desplante permanente de las autoridades vascas de la época. ¿Cómo si no se podía interpretar que ni se inmutasen ante las respuestas que recibían de las diputaciones forales? “Que me mande usted la lista de las empresas que han aplicado deducciones”, le decía una alta funcionaria de la UE a las haciendas forales. “Busque usted mismo los nombres. Se han publicado en el Boletín Oficial de Bizkaia”, le respondía entonces con sorna el Ejecutivo foral vizcaíno, presidido por Josu Bergara. Y ni se inmutaban, oiga. O, al menos, eso parecía.
Me equivoqué. Sí se inmutaban, pero ni nos dábamos cuenta. Iban a su ritmo, pausado, funcionarial, protocolizado, infinito y agotador….al tiempo que acumulaban en silencio inquina, mala leche y sed de venganza. Y de aquellos polvos……
Es pronto todavía para vislumbrar un final en la historia pero, al menos en el corto plazo, algunos cientos de empresas vascas van a sudar frío. En sus auditorías ya hay una nota en la que se señala que hay un procedimiento abierto. En los balances de algunas existe una provisión por si esto salía como está saliendo –es decir, mal- pero nadie les va a quitar el susto de encima.
Y, no se engañen. Con esto no salen perdiendo los empresarios, sino las empresas, que no es exactamente lo mismo e implica a mucha más personas.