Para mí, la sinopsis más pavorosa de una película de terror es la siguiente: uno de mis grupos preferidos se reúne después de unos cuantos años y, animado por el éxito de sus conciertos, decide sacar un disco nuevo. De verdad, es un planteamiento que me produce escalofríos, me angustia, me aterra más que encontrarme a Diamanda Galás cantando en mi cuarto de baño al levantarme por la noche. Así que he empezado a escuchar el nuevo de The Jesus And Mary Chain (Damage And Joy) dispuesto a sufrir y a acabar de malas pulgas, como cada vez que los Pixies deciden añadir más leña al fuego de su pira sacrificial, pero la verdad es que he pasado muy buen rato y lo estoy repitiendo en bucle, igual que antaño. Por supuesto, si el productor fuese yo y no Youth, el de Killing Joke, habría tratado de doblar la apuesta guitarrera del asunto, que en ocasiones suena un poco tímido, sin esa electricidad viciosa que arde en el alma de la fórmula de los Jesus, pero me parece que el disco está bien servido de canciones decentes: los hermanos Reid tienen la suerte de que, en su caso, la rutina forma parte de la gracia, porque siempre han jugado con la repetición de unos cuantos trucos inconfundibles e incluso unas líneas melódicas calcadas.

Del lote conocía All Things Pass, que antes se titulaba All Things Must Pass y ya me gustaba mucho. Pero, sobre todo, este es el disco de los dúos con chicas, que dan mucha vidilla al conjunto, por mucho que ni siquiera se hayan molestado en buscar voces muy diferentes: Always Sad (con Bernadette Denning) y The Two Of Us (con Isobel Campbell) son mis favoritas, al menos en este momento. Que nadie se espere grandes sorpresas (en realidad, mejor no esperarse ninguna, porque las canciones se pueden ir despiezando para vincular cada trozo a distintos álbumes de su carrera), pero me parece un agradable regreso a casa, que es lo máximo que espero de estas resurrecciones: al menos, que haya más joy que damage.