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La marcha y el rayo

 

 

Reconozco que lo que más me fascina del universo del crowdfunding son los proyectos que no llegan a nada: esas iniciativas que sus impulsores venden con enternecedor aplomo, pero que no pasan de obtener tres o cuatro aportaciones, como si ni siquiera la familia y los amigos estuviesen dispuestos a apoquinar unos eurillos para regalar un poco de felicidad. Pero hoy quiero traer por aquí dos propuestas de las buenas, de las que tienen interés, repercusión y porvenir. La primera ha adquirido cierto carácter de urgencia, porque la convocatoria se cierra dentro de cinco días y solo faltan 140 euretes para alcanzar el objetivo: me refiero a la digitalización y restauración de Nos va la marcha, el documental de culto sobre el concierto Rocktiembre de 1978, en el que aparecen Leño, Coz, Cucharada, Topo, MAD y Teddy Bautista. El promotor del proyecto es Rai García, uno de los tres directores de la peli, que además ha explicado que se subsanará el error de la primitiva edición en vídeo, en la que desaparecieron la actuación de Cucharada y un par de entrevistas. Anímense, que la recompensa no puede ser más honesta: por quince euros, recibirán un DVD en edición especial y un libreto sobre la película y el concierto. Seguimos debajo del vídeo, que es una versión chunga del material en cuestión.

 

 

El otro proyecto es uno de los más ambiciosos que he visto en esto de la financiación colectiva: se aspira a recaudar algo más de 1,1 millones de euros para levantar un monumento a David Bowie en el barrio londinense de Brixton. En las recreaciones informáticas, la escultura queda imponente, como pueden apreciar en la imagen de arriba: es una versión tridimensional del rayo de Aladdin Sane, pintada en rojo y azul y con nueve metros de altura. «Igual que David Bowie aterrizó en nuestras vidas como venido de otro mundo, el monumento (¿es demasiado pronto para llamarlo Ziggy-Zag?) se yergue desde el pavimento de Brixton, como un rayo de tres pisos de altura caído desde arriba, una misiva de nueve metros desde otra dimensión», poetizan los promotores, que parecen saber lo que hacen. ¿Las recompensas? La donación más pequeña es de veinte libras, que da derecho al reconocimiento en la web oficial. Yo siempre busco camisetas, y las hay, a cambio de cincuenta libras. Y, bueno, si les apetece desprenderse de seis mil libras, porque son así de caprichosos, podrán adornar la pared de su covacha con una bonita y única obra de arte.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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