Febrero es cortito, pero viene cargado de conciertos interesantes. Ahí van nada menos que siete; como de costumbre, en otras tantas salas distintas.
The Clamps (La Nube, día 3). Qué buena pinta tiene este trío italiano, de Bérgamo, al que describen por ahí como «speed stoner rock and roll». Y lo describen bien: lo suyo son riffs pesados que se aceleran hasta acercarse a Motörhead y demás bestias del rock duro y grasiento. Vamos, el plan ideal para una noche de martes en el vibrante garito santutxí.
Bölzer y Mantar (Sentinel, día 5). Creo que el curro me impedirá ir (empieza pronto, para que la gente pueda pillar los últimos metros), pero me parece el concierto más atractivo del mes. Yo soy un seguidor irregular, inconstante e intermitente del metal durete, pero da la casualidad de que a estos dos dúos sí los he escuchado con atención y mucho gusto: los suizos Bölzer, que demuestran que el misticismo psicodélico también puede ser bien bruto, y los alemanes Mantar, que en el fondo son un grupo mutante de rock and roll. Soy tan simple que habría pensado que la suma de estas dos bandas exigía un local mucho más grande que el Sentinel.
The Paperhead (Kafe Antzokia, día 6). Al final no entró en la microlista evadida de fin de año, pero el álbum de estos muchachos fue uno de los que más me gustaron en 2014. Son de Nashville, pero suenan que se matan a antañona psicodelia británica, hasta el punto de canalizar en ocasiones el espíritu de los primeros Pink Floyd.
Amon Amarth (Santana 27, día 6). Mira que me va poco el rollo épico, pero estos vikingos de Tumba siempre me han parecido una excepción: en su caso, contra lo que pudiera parecer, la obsesión por la mitología nórdica y demás zarandajas paganas es un factor secundario, que simplemente redondea unas canciones mayúsculas, pegadizas y poderosas. Levanten sus cuernos de cerveza para brindar con el coloso Johan Hegg.
Ben Watt Trio (Alhóndiga, día 13). El chico de Everything But The Girl solo había editado un álbum en solitario, hace ya la friolera de treinta años, pero en 2014 repitió la experiencia con Hendra. Es un disco maduro, de aire clásico e intemporal, que trata temas muy serios sin ponerse tremendo ni melodramático. Vamos, ese tipo de música que podría gustar a las masas si el mundo fuese normal.
Santiago Delgado y los Runaway Lovers con Villapellejos (Teatro Campos, día 20). A veces, los cruces del ciclo Izar & Star son más o menos previsibles, por la sintonía obvia entre los versionadores y los versionados, pero en casos como este se prende la chispa de la sorpresa. Santiago Delgado y compañía, los hombres del duduá, las camisetas a rayas y la ingenuidad a prueba de bombas, revisarán a Kaka de Luxe, Pegamoides y Paraíso con el apoyo de Villapellejos y ante un público… muy listo, no hagan caso a la canción.
Salem’s Pot y Monolord (Sonora, día 28). Y redondeamos el mes de manera similar a como lo empezamos, con más guitarras humeantes y más cerebros agujereados. Estas dos bandas suecas, herederas del rock más pesado de los 70, ya darían un poco de miedo por separado, pero su visita conjunta amenaza con deshacer la materia a base de electricidad reverberante. Arriba tienen, en la foto, a los miembros de Salem’s Pot dispuestos a acometer uno de sus rituales sonoros de largo minutaje.
Ahí les van cuarenta minutos de Mantar en las sesiones de St. Pauli.