Dudo mucho que Godflesh hayan orientado alguna vez sus esfuerzos a generar sentimientos de cariño, pero la verdad es que me ha hecho mucha ilusión reencontrarme con ellos después de tanto tiempo: qué entrañable volver a escuchar su música tozuda, mutante, maquinal, casi inhumana. El dúo de metal industrial del ilustre Justin K Broadrick y su viejo compinche BC Green (en la foto, cuando eran más jóvenes) llevaba trece años en dique seco, teóricamente disuelto, pero afortunadamente les ha dado por dar forma a algo de material nuevo, que entronca sin demasiado problema con la anterior etapa de su carrera. El largo paréntesis ha estado ocupado por proyectos como Jesu, en el que la música de Broadrick adquiría una consistencia contemplativa y espiritual. Y, aunque eso también estaba bien, yo soy de los que celebran su retorno a los charcos de grasa y los émbolos chirriantes de Godflesh. Lo que acaban de editar se titula Decline And Fall y es solo un EP de cuatro canciones, pero anuncian álbum completo para el otoño. Déjense llevar por el groove siderúrgico de Dogbite, un mordisco de perro que a mí me parece casi bailable.