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Mumford & Sons, cuánto odio

 

Acabo de leer por ahí que Mumford & Sons se han convertido en una de las bandas más importantes del mundo, y reconozco que la afirmación me ha sorprendido: mecachis, otro fenómeno que ha pasado desapercibido a mi fino olfato de aficionado. Mi contacto con el conjunto británico de folk rock ha sido ocasional y desapegado: he escuchado algunas de sus canciones sin prestar mucha atención y, en fin, asistí por puro azar a unos minutos de su actuación en el Bilbao BBK Live del año pasado y me fui a otra cosa. Así que ya saben, no me contraten nunca como cazador de tendencias. De lo que sí llevo tiempo dándome cuenta es de cómo estos muchachos son objeto generalizado de chiste y mofa entre sus colegas, que les sacuden estopa con dedicación, y también entre los periodistas anglosajones, muy propensos a mencionarlos para hacer algún chistecito.

Yo creo que la última estrella invitada a esta fiesta ha sido Alice Cooper, que los considera «buenos en lo que hacen» pero puntualiza que supondría «una ofensa para el rock and roll» encuadrarlos en ese noble género. En la lista de haters de Mumford & Sons se juntan jovencitos como Jake Bugg («me parecen granjeros pijos con banjos»), compañeros de generación como Frightened Rabbit («odio a esa puta banda y no quiero ser comparado con ellos», declaró el vocalista, que les acusó de estar «revolviendo siempre la misma mierda»), gallinas de corrales ajenos como Deadmau5 («los odio, es aburrida mierda folk») e ilustres bocazas como Liam Gallagher, que se ha explayado a gusto sobre los elevados sentimientos que le inspiran: «Todos tienen pinta de tener piojos y comer sopa de lentejas con las camisas arremangadas, tienen pinta de vivir en un páramo», ha dicho. Y también: «Parece que compran en Oxfam, si tuviese 16 años no colgaría un póster de un grupo así, no concibo eso de sentarse en putos taburetes». Y también: «Parecen putos amish (…). Yo necesito que la música sea un poco más sexy y que la toque gente que parezca un poco peligrosa».

Claro que el premio a la diplomacia se lo lleva Mark E. Smith, el líder absolutista de The Fall, que al parecer odió a Mumford & Sons sin siquiera saber quiénes eran. Coincidieron en un festival en Dublín y, tras escucharles ensayar, se refirió a ellos como «alguna banda mongólica de folk-rock irlandés», aunque posteriormente ha cambiado el adjetivo por «retrasados». Incapaz de aguantar su música, les arrojó una botella. Menos mal que tienen un inesperado valedor en Noel Gallagher: «En Inglaterra los odia mucha gente. Creo que es por los chalecos y el pelo facial. A mí no me molestan, creo que ese tío tiene buena voz y me gustaría haber escrito esa canción (The Cave)». Seguro que solo lo dice por llevar la contraria a su hermano, pero vamos a escucharla. Prometo atender.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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