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Sábado metalizado

No es que yo sea un hombre tozudo y cerrado a las sorpresas, pero tengo que decirles que lo que más me gustó del sábado que pasé en el Metalway fueron los dos grupos que quería ver, es decir, Ministry y Celtic Frost. Lo de Ministry fue una bestialidad en toda regla, una sesión de ruido macarra que, en el fondo, tenía bien poco que ver con el resto del cartel. Seguro que los vecinos notaron la diferencia: con ciertas dosis de buena voluntad, a lo mejor podían entender el atractivo de los demás grupos, pero Ministry tuvo que sonarles a demencial tortura por la cara. En cuanto a Celtic Frost, bueno, simplemente superaron todas mis expectativas con un estilo conciso, de gloriosa gravedad, y con buenas canciones, que es lo que olvidan muchos de sus discípulos.

Pero que mis favoritos triunfaran en mi ránking no significa que el resto fuese desdeñable. Por fortuna para mi organismo, se impuso la cordura y no fuimos a Gernika hasta las cinco, a tiempo de ver a Dark Funeral. Por mucho que les guste el black, no me negarán que es muy ridículo ver a una panda de suecos con la cara pintada y el cuerpo protegido por cuero y corazas cuando el sol está pegando de lo lindo. A mí su estilo me gusta, pero el sonido fue el peor del día con mucha diferencia, y es una música que necesita sonar bien. En el otro extremo del espectro, Metal Church demostraron que ser honesto, profesional y fiel a tu rollo suele acabar funcionando; al menos, les funcionó conmigo. El cantante de My Dying Bride, al que tienen en la foto, hizo todo el repertorio gestual de Jesucristo, como en un cásting para la Pasión Viviente de Balmaseda, pero la segunda parte de su concierto sonó -coherentemente- a gloria. Y, aunque algunos de ustedes me masacren, me aburrí como una ostra con Testament y, sobre todo, con Gammaray, que para mí fueron un larguísimo bostezo. Ah, como suele suceder en los festivales heavies, el público hizo gala de unos modales encantadores, con la lamentable excepción de un tal Miguel Ángel Gutiérrez, el tío que nos quitó el taxi en plan bravucón de patio de colegio. Satán se lo pague.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


julio 2007
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