A mí me parece muy divertido que un grupo se ponga de nombre Garzón. Pensaba que cualquiera le encontraría la gracia y sonreiría ante lo incongruente de bautizar un grupo pop con el apellido de un juez, pero resulta que existe una importante excepción a ese buen humor generalizado: según explica la propia banda en su web, los representantes legales de Baltasar Garzón les han enviado un burofax para que cesen «en los actos que constituyen una intromisión a la imagen» del magistrado, cambien el dominio de su página (www.superjuez.com) y retiren toda alusión al popular personaje. Como Garzón no son precisamente un grupo de rock radikal, han optado por una honrosa salida irónica: «Cuando nos pusimos ese nombre, sólo pretendíamos rendir un sentido homenaje a un prohombre que ha revalorizado conceptos denostados hoy día como ecuanimidad, progresismo y modestia», han declarado, imagino que con una seriedad de palo en la cara. Y han aprovechado para anunciar que desde ahora pasan a llamarse… ¡Grande-Marlaska! Que, la verdad, suena mucho más modernete y más pop. Según cuentan por ahí, el nuevo homenajeado ha reaccionado de la manera lógica y se ha reído mucho con la ocurrencia, ya ven.
Yo, la verdad, no entiendo esos piques que persiguen salvar la propia imagen y sólo logran socavarla. De momento, a mí la pataleta de Garzón me ha servido para descubrir tres acepciones de su apellido (la cuarta, la quinta y la sexta) que me resultan de lo más inesperado.