La obsesión con el espacio no es inusual en la música moderna. Ahí están las proyecciones astrales de Pink Floyd, los desvaríos del space rock más desatado, los alienígenas con voz de pitufo de Joe Meek, los ovnis de Frank Black, el mundo lejos del sol de Los Pekenikes o, estoooo, los pájaros carpinteros del espacio de Video Kids (¿es que todo está en YouTube, por cierto?). Pero, hasta hace un rato, yo no tenía ni idea de que Brian May, el guitarrista de Queen, escondía bajo su rutilante apariencia y su envidiable cabellera a un sesudo astrofísico. El caso es que May está pasando un par de días en el observatorio tinerfeño de Roque de los Muchachos para completar su tesis sobre las velocidades radiales de la nube de polvo zodiacal, un fenómeno sobre el que les enlazaría alguna información si no tuviese miedo de no entender ni pío. El teletipo de la agencia Efe también explica que, hace 36 años, el guitarrista ya estuvo escrutando el firmamento con fines científicos desde el observatorio del Teide, pero después abandonó el doctorado y prefirió convertirse él mismo en estrella.
Caramba, ¡si hasta ha coescrito un libro sobre la historia del universo! Cómo se me nota que yo, en cuanto a Queen, soy bastante republicano.