Soy uno de esos anticuados que sólo tienen en casa los canales convencionales, con su alergia insuperable a la música moderna, así que sólo veo videoclips en el bar donde desayuno -ya saben, ese Canal Latino que parece apasionar a los hosteleros- y cuando me hospedo en algún hotel. La cosa me sirve para superar mi desconexión con la actualidad comercial, que cada día es más grave: desde que existe Internet, me entero antes de una gira de Black Mountain o de un proyecto de Stephen O’Malley que de los nuevos logros de Georgie Dann. Así que estas vacaciones, aprovechando que pasaba por dos hoteles, me he sometido a dosis abundantes de videoclips y he descubierto dos canciones que me gustan un montón. La primera, en realidad, sólo es comercial porque la echan en la MTV: se titula ‘Happy Birthday’ y es de Lesser Panda, unos sujetos británicos con pintas poco simpáticas encabezados por un tal Mariano, a quienes se ha comparado con Bauhaus, Simple Minds, Echo & The Bunnymen o Interpol. Siempre doy por hecho que todo el mundo está más al tanto que yo de estas cosas, pero, por si andan rezagados como un servidor, pueden escucharla e incluso ver el vídeo en su MySpace.

La otra sí que es comercial, de un género que habitualmente no me atrae nada. Y un poco vieja ya, según he visto en la Wikipedia. Se trata de ‘Umbrella’, de Rihanna, la chica de la foto, y tiene un estribillo endiabladamente pegadizo que te hace parecer bobo cuando lo cantas por casa. De hecho, mi primer contacto con esta canción se produjo en el Museo Judío de Berlín: eché un vistazo al libro de visitas y, en medio de un holocausto intelectual protagonizado por adolescentes de viaje de estudios, me intrigó una anotación que decía: «Under my umbrella ella ella eh eh eh». Sólo unas horitas después, descubrí la canción por la tele y pasé a compartir la tara mental del turista anónimo.