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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Una de Misterios Italianos

Imaginen que dentro de cuarenta años todavía estemos con los atentados del 11-M como el primer día, sin tener ni idea de lo qué pasó exactamente. O que mañana salgan en los periódicos nuevas revelaciones sobre el asesinato de los abogados de la calle Atocha, basadas en un testigo que hasta hoy había decidido no hablar. Y el mismo día aparece nueva documentación no conocida sobre el incidente nuclear de Palomares. Y además imaginen que todo, no obstante, no sea noticia de mayor trascendencia. Bueno, pues así es una semana cualquiera en Italia.

En estas semanas, por ejemplo, han serpenteado los siguientes asuntos. Como he estado enfermo, de ahí mi baja en el blog, he tenido tiempo de entretenerme con ello y de este modo reparo mi ausencia. Prepárense para la inmersión. Que a nadie se le ocurra leérselo de un tirón o sin un café con madalenas. O mejor un gin-tonic.

1-SALVATORE GIULIANO.

Ahora resulta que no se sabe si Salvatore Giuliano está muerto y han desenterrado su cadáver para saber si es él. Estamos hablando del señor de la foto que, en teoría, fue asesinado en 1950. ¿Les suena pero no saben exactamente quién es? Giuliano era un campesino siciliano que se echó al monte tras matar a un carabiniere que le pilló haciendo contrabando. Se convirtió en bandido y le gustó. Formó una banda y de 1943 a 1950 era el rey de la isla, con fama de defensor de los pobres y de la independencia de Sicilia, y no había quien lo pillara. En el extranjero se hizo famoso porque representaba un modelo de macho latino, con sus camisetas de tirantes. Los reporteros subían a entrevistarle a las montañas y a una periodista sueca tuvieron que echarla porque se quería quedar a vivir con él. Pero el fondo político es muy espeso. Giuliano andaba en líos con la Mafia, con los servicios secretos de EE UU, los ricachones y los políticos locales. Como hemos contado algunas veces EE UU subcontrató a Cosa Nostra a través de Lucky Luciano para que le organizara un desembarco pacífico en Sicilia durante la Segunda Guerra Mundial. Como no se sabía lo que iba a pasar con Italia mientras la península seguía ocupada por los nazis, también se potenció un fuerte movimiento separatista con 55.000 inscritos que querían hacer de Sicilia un estado independiente. O incluso convertirlo en la estrella número 49 de la bandera americana.

Giuliano andaba en estas historias, entre el idealismo y que era un instrumento carismático muy útil. Pero es que también empezaron a usarle para frenar la penetración comunista en la atrasada y explotada sociedad rural siciliana, que era un perfecto caldo de cultivo para los camaradas. De hecho empezó a tener buenos resultados electorales y en abril de 1947 el bloque de izquierdas (PCI y PSI) obtuvo el 29% de los votos en las elecciones regionales sicilianas. Recordemos que estamos en el prólogo de la Guerra Fría, cuando nada más acabar la Segunda Guerra Mundial, americanos y rusos ya están moviendo sus fichas por el continente europeo pensando en lo que viene. Italia fue una obsesión para EE UU, pues temía que con una victoria del PCI acabara como Yugoslavia, satélite de la URSS. Total, que es así como tenemos apostado con sus hombres a Salvatore Giuliano el 1 de mayo de 1947 en Portella de la Ginestra, un descampado donde hay un mitin de izquierdas. Desconocidos abrieron fuego sobre la gente: 12 muertos, entre ellos dos niños, y 33 heridos. Estaba Giuliano, pero no se sabe quién más. Aunque se imagina: servicios secretos italianos, estadounidenses, fascistas, mafiosos, un poco de todo y unos al servicios de otros. Se considera uno de los primeros y fundacionales Misterios Italianos, que llegan hasta hoy. De hecho estamos hablando de ello.

Todo esto es para decir que Giuliano andaba metido en cosas sucias y sabía mucho. El 5 de julio de 1950 se lo cargan. Los Carabinieri le tendieron una emboscada y lo mataron de 191 tiros. La foto de su cadáver dio la vuelta al mundo. En realidad ahora se sabe que no fue así y probablemente le mató un traidor mientras dormía, colocaron su cuerpo en la calle y luego simularon el tiroteo. El típico montaje de la Policía. Fue famosa la portada del ‘L’Europeo’: “Lo único seguro es que está muerto”. Pero nunca se aclaró y encima ahora resulta que a lo mejor ni estaba muerto. El presunto traidor, Gaspare Pisciotta, murió cuatro años después en prisión, envenenado después de tomar un café, por si podía aclarar algo. Esto de cargarse gente en la cárcel es un episodio rutinario de los Misterios Italianos.

Pero es que ahora se duda de que aquel cadáver fuera el de Salvatore Giuliano y lo han desenterrado para hacer la prueba de ADN, por orden de la Fiscalía de Palermo. Según ha descubierto un periodista analizando las fotos de aquel día, los cuerpos que se ven en el lugar del asesinato y en el tanatorio son distintos. Hipótesis: tal vez se simuló la muerte de Giuliano, éste cambió de identidad y vivió tranquilamente de vacaciones en Florida.

A ver cómo acaba la historia. Veamos algunos ‘nodos’ de la época en la película ‘Segreti di stato’ (Paolo Benvenuti, 2003), muy interesante, que trata precisamente de estos asuntos:


2-ETTORE MAJORANA

Ahora resulta que Ettore Majorana, el genio de la física desaparecido misteriosamente en 1938, pudo acabar en la Alemania nazi fabricando bombas atómicas. Ha aparecido, a los 72 años de su desaparición, una foto del jerarca nazi Adolf Eichmann fechada en 1950. Está de estrangis en un barco rumbo a Buenos Aires, donde luego le descubrió el Mossad. Lo metieron en una alfombra, lo llevaron a Israel y lo ejecutaron en 1962. A la izquierda de la imagen hay un tipo que se parece a Majorana y, según expertos forenses, es «altamente probable» que sea él:

Juzguen ustedes comparando con su última foto:

Quién sabe. Pero no estamos hablando de cualquiera. Majorana, que desapareció con 32 años, era un genio de la escuela del premio Nobel Enrico Fermi y el resto de los ‘ragazzi de Via Panisperma’, una generación suprema de científicos. Fue quien aventuró por primera vez la existencia del neutrino. Estaba un poco loco y un día desapareció. Dejó un par de extrañas cartas pidiendo disculpas porque iba a desaparecer, pero muy ambigüas y que no parecían de suicidio. El ‘misterio Majorana’, uno más, ha tenido miles de teorías. Desde quien dice que se convirtió en mendigo vagabundo a la idea de Leonardo Sciascia, de que ingresó en un convento para huir del mundanal ruido. Pero también se ha pensado en la pista nazi, que ahora se refuerza. Majorana había viajado a Alemania en 1933 y había conocido a Heisenberg, otro monstruo de la física. No era del todo indiferente al nazismo y tenía comentarios racistas hacia los judíos. La hipótesis es que decidió fichar por Hitler y compañía en programas secretos de desarrollo nuclear. La familia lo niega indignada. ¿Será el mismo tipo de la foto con Eichmann? Habrá que esperar nuevas revelaciones, cualquier año de estos.

Vemos ahora el desafío entre el estudiante Majorana y su profesor, Enrico Fermi, en ‘I ragazzi di Via Panisperna’, de Gianni Amelio (1988):

3-BANDA DE LA MAGLIANA.

Ahora damos un salto a los setenta, porque resulta que la Fiscalía de Roma por fin va a abrir la tumba de Renato de Pedis (chico de la foto), uno de los jefes de la Banda de la Magliana, a ver qué hay. Es una cosa rara: ‘Renatino’, asesino despiadado y asesinado a su vez en Via del Pellegrino en 1990, está sepultado magnamente como un prohombre en la iglesia de Sant’Apollinare, al lado de Piazza Navona. El templo es del Opus Dei, pero no tiene nada que ver, llegaron luego, y cada vez que sale el tema les dan dolores de cabeza.

Me echo a temblar de dónde me estoy metiendo si tengo que explicar un poco qué es la Banda de la Magliana (nombre de un barrio de Roma), porque empiezan a ramificarse novelones, pero algún día habrá que hacerlo. Este grupo criminal -retratado en la exitosa película ‘Romanzo criminale’ (Michele Placido, 2005)- es una de esas mafias que en los setenta aparece en cualquier mondongo un poco sucio, del caso Moro a la quiebra del Banco Ambrosiano y las finanzas vaticanas. Se ha puesto muy de moda por la peli y porque a los chavales les mola la estética setentera. También porque hay un par de buenos libros que cuentan su historia, que es apasionante. Sirve para hacerse una idea de aquellos años.

La banda nace de la unión casual de malandrines romanos que deciden juntarse para dar golpes. Los barrios de Trastevere y Testaccio eran entonces una especie de Bronx, y algo de eso se les ha quedado, incluso ahora. Siendo particularmente violentos, los chicos enseguida se hicieron con el control de Roma y el mercado de la droga, cosa que nunca antes había conseguido una sola banda criminal. Pero además de dedicarse a dar palos, muy pronto fueron utilizados por sectores chungos para sus propios intereses. De Cosa Nostra a la Camorra, o de la masonería a los servicios secretos o la extrema derecha.

Nos vamos a detener brevemente sólo en uno de esos asuntos sucios, pero muy gordo: el secuestro de Emanuela Orlandi. Se supone que está relacionado con el hecho de que ‘Renatino’ esté enterrado con honores en Sant’Apollinare. Miren lo que escribió el rector de la basílica, monseñor Piero Vergari, para autorizar su sepultura al mes de su asesinato:

«Se certifica que el señor Enrico De Pedis, nacido en Roma-Trastevere, el 15/05/1954 y fallecido en Roma el 2/2/1990, ha sido un gran benefactor de los pobres que frecuentaban la basílica y ha ayudado concretamente en muchas iniciativas de bien patrocinadas en estos últimos tiempos, tanto de carácter religioso como social. Ha dado contribuciones particulares para ayudar a los jóvenes, interesándose sobre todo por su formación cristiana y humana»

No está mal para uno de los más peligrosos jefes criminales de los setenta y ochenta. El caso es que a los cuatro días de esa carta, el presidente de la Conferencia Episcopal italiana de entonces, el cardenal Ugo Poletti, dio el visto bueno.

¿Ustedes entienden algo? Yo tampoco, y casi nadie, pero la hipótesis es que tiene que ver con lo siguiente. De la extraña sepultura no se enteró nadie hasta 2005, cuando el programa ‘Chi l’ha visto?’, el ‘¿Quién sabe dónde?’ italiano recibió un anónimo que decía: «Si queréis saber más sobre Emanuela Orlandi, mirad en la tumba de De Pedis». Entonces se descubrió, con gran asombro nacional, dónde estaba enterrado. El anónimo también insinuaba que el cardenal Poletti le debía favores, pero no se le pudo preguntar, porque ya había fallecido en 1997. Es otro tic habitual de los Misterios Italianos, se sabe la presunta verdad de mucha gente una vez que se han muerto y no se les puede preguntar.

Emanuela Orlandi, hija de un empleado del Vaticano, desapareció el 22 de junio de 1983 con 15 años. Estudiaba música en una escuela junto a la basílica de Sant’Apollinare. Sí, la misma de la que hemos hablado, donde está enterrado De Pedis. Su desaparición se relacionó con alguna de las cosas raras que pasaban en el Vaticano en esos años, como una señal a la Santa Sede. Dos años antes había sido el atentado a Juan Pablo II y acababa de estallar el escándalo del Banco Ambrosiano. Este es otro caso abisal que seguramente les suene, pero basta un resumen sucinto: la banca vaticana, el IOR, dirigido por monseñor Marcinkus y que por su opacidad es perfecto para mover dinero por el mundo sin dejar rastro, tenía en el Banco Ambrosiano, que controlaba, una gigantesca lavadora de dinero negro de la Mafia, la logia masónica P-2 y la política italiana.

Al día siguiente del secuestro la familia Orlandi estaba en comisaria y, gracias a un testigo que vio a la chica con un desconocido, hicieron un retrato robot de esa persona. «¡Pero si este es De Pedis!», dijo el policía asombrado. Luego dijo que no podía ser, porque estaba en el extranjero, aunque nadie lo comprobó, y ahí se quedó la cosa. Ocurre mucho en los Misterios Italianos, indicios que se abandonan de improviso, por aparente negligencia o casualidad. Se siguieron otras pistas, cada una más rara que la otra, porque empezaron las llamadas extrañas. Llamadas, por ejemplo, de alguien que pedía al Vaticano intercambiar a Ali Agca, el hombre que disparó a Wojtyla, por la chica. De hecho también el pirado de Ali Agca ha hablado a menudo de Emanuela Orlandi y todavía anda diciendo que sabe dónde está. Pero mejor no nos metemos en este berenjenal de Ali Agca.

Una de las tesis que se ha impuesto con los años es que la Banda de la Magliana, bien porque había perdido dinero prestado al Vaticano por los chanchullos financieros del IOR, o bien siguiendo órdenes de alguien poderoso que lo había perdido, como Cosa Nostra, secuestró a la chica para presionar a la Santa Sede. En fin, que querían su dinero. Y ya se sabe cómo terminaron los otros responsables del desfalco: el mafioso Michele Sindona, envenenado con un café al cianuro en prisión -sí, la receta de la casa de los Misterios Italianos-, y el banquero Roberto Calvi, que apareció ahorcado en un puente de Londres. El único que se salvó, vaya usted a saber por qué, fue monseñor Marcinkus (chico de la foto). Juan Pablo II no dejó que le procesaran, le protegió la inmunidad diplomática, huyó a Estados Unidos y murió tranquilamente en 2006 en una pequeña parroquia de Arizona. La célebre tesis de que Juan Pablo I, muerto en 1978 a los 33 días de ser elegido papa, fue asesinado se asienta en esta trama. Porque habría descubierto esta porquería y tenía intención de hacer limpieza en la banca vaticana. Todo esto, como ya sabrán muchos de ustedes, es el trasfondo de ‘El Padrino III’ (Coppola, 1990), que presenta a todos estos personajes reales sin mucho disimulo:


Como vemos, aquí se los cargan a todos simultáneamente por exigencias del guión. Coppola los necesitaba juntos para su escabechina final con montaje paralelo. Además no se salva ni el émulo de Marcinkus. El doble de Calvi muere tal cual, ahorcado en un puente, mientras que el personaje Lucchesi, muerto con sus propias gafas, es una especie de mezcla entre Sindona, Licio Gelli (jefe de la logia masónica P2) e incluso Andreotti. Mejor no hablamos ahora de Gelli y Andreotti porque nos salimos definitivamente del mapa. Al Papa también se lo cargan, pero no sale en esta secuencia.

Volviendo al caso Orlandi, en junio de 2008 experimentó un acelerón porque apareció en escena una tal Sabrina Minardi, la novieta de ‘Renatino’ de aquellos años, del 82 al 84. La vemos en la foto de aquí al lado con otro novio anterior famoso, Bruno Giordano, delantero de la Lazio, que también era de Trastevere.

De repente y sin saber por qué Sabrina Minardi se puso a largar todo lo que sabía. Esto también pasa bastante en los Misterios Italianos, repentinos ataques de memoria y buena fe. Vino a decir que Orlandi estaba muerta, que la había secuestrado De Pedis, por orden o en complicidad con Marcinkus, y que ella misma le acompañó a deshacerse del cadáver en las afueras de Roma. También contó que facilitaba señoritas a Marcinkus para encuentros pasionales y que éste reciclaba dinero de la Banda de la Magliana, pero es otro tema. El Vaticano reaccionó indignado con un desmentido. Todo esto se ha sabido porque la Policía o la Fiscalía lo filtraron inmediatamente, apenas tomaron declaracion a la Minardi. Es otra característica esencial de los Misterios Italianos: la saturación de información, a menudo interesada, que confunde y agrava aún más problemas de por sí complicados. Interfiere en la investigación, resta serenidad a los investigadores y arroja sobre la opinión pública toda la información disponible en bruto, sin refinar, y sin el filtro discriminatorio y profesional que debe hacer la investigación. De ese modo el ciudadano se convierte en juez y policía por su cuenta, pero sin estar preparado para ello. Es decir, se erige una justicia paralela, en parte para compensar que la oficial tampoco funciona y a menudo no llega a ninguna parte. Al final, todo el mundo sabe más o menos lo que ha pasado, o se lo imagina, pero resta la impunidad general. Pero siempre es una verdad informal, incompleta, insatisfactoria.

Continuemos. Los magistrados cogieron las revelaciones de Minardi con pinzas porque en estos años se ha metido de todo y a veces se le va la olla. Pero el caso es que en relatos incoherentes y con contradicciones deja caer datos auténticos. Es otro rasgo clásico de los Misterios Italianos, que complica malditamente las cosas. Por ejemplo, se encontró la casa del barrio de Monteverde, con un escondrijo subterráneo, donde dijo que fue encerrada Orlandi. Y en agosto de 2008 dijo que sabía dónde estaba el coche utilizado en el secuestro, un BMW 745i gris oscuro. Sugirió a la Policía que mirara en el parking subterráneo de Villa Borghese. Y efectivamente, ahí estaba, todo polvoriento. El ticket de aparcamiento decía que lo dejaron allí en 1995, doce años después del secuestro. No quiero ni pensar en la factura de aparcamiento. Pero más curioso todavía es que el primer propietario del coche sea Flavio Carboni, oscuro personaje involucrado en los negocios del Ambrosiano y procesado -luego absuelto- por el asesinato de Roberto Calvi.

Total, que el caso Orlandi se ha reabierto, han salido nuevos nombres de implicados y, en fin, que un día de estos abrirán la tumba de Renato De Pedis. Qué intriga.

Antes de terminar, les cuento uno de mis pasajes favoritos del culebrón. El tipo anónimo que llamaba por teléfono para pedir la libertad de Ali Agca a cambio de la Orlandi recibió el sobrenombre del ‘amerikano’, por su acento anglosajón. Esta y otras características hicieron sospechar que fuera el propio Marcinkus, o alguien que quería que se pensara que era Marcinkus, pero no vamos a liar más el asunto. Llamó al menos 16 veces y parecía saber todo de los controles de la Policía para pillarlo y disponer de sofisticados sistemas para triangular sus llamadas e impedir ser localizado. Así que la Policía decidió echar la casa por la ventana con una idea estratosférica: dejó fuera de servicio todas las cabinas telefónicas de Roma -cosa nada difícil, porque seguro que la mayoría no funcionaban- y dejó sólo 300 disponibles, todas controladas por agentes. La última llamada del ‘Amerikano’ fue de un teléfono de la zona de Porta Pía. Inmediatamente fue localizado, una patrulla llegó en unos instantes, pero sólo a tiempo de ver alejarse entre el tráfico a un hombre alto, con un sombrero que le cubría el rostro… Qué películas.

Ah, el Vaticano siempre ha sido reacio a colaborar con la Justicia italiana en el caso Orlandi y no digamos en la quiebra del Banco Ambrosiano. Por cierto que el IOR sigue metido en líos, aunque casi 30 años después del escándalo parece que ahora por fin quieren adaptarlo a los parámetros internacionales contra el blanqueo de dinero. Pero sigue siendo un banco ajeno a todo control.

4-MASACRE DE PIAZZA DELLA LOGGIA, BRESCIA.

Ahora resulta también que 36 años después de la masacre de Piazza della Loggia, en Brescia, no hay ningún culpable. Quizá se trató de un suicidio colectivo. Fue a las 10.12 horas del 28 de mayo de 1974. En esa plaza se había convocado una manifestación pacífica contra los atentados de extrema derecha. Estalló una bomba y causó ocho muertos y un centenar de heridos.

Hay más matanzas de este tipo. Forma parte de lo que se llamó la ‘estrategia de la tensión’, un clásico de la CIA y demás familia, puesto en práctica, por ejemplo, en Grecia en 1967. Vean, si no han hecho ya, ‘Z’ (1968), de Costa Gavras. La idea era desestabilizar un sistema democrático, provocando una situación de caos o, de paso, una reacción de grupos terroristas de extrema izquierda, con el fin de justificar un golpe de Estado y la implantación de un régimen autoritario de extrema derecha. En Italia había una estructura secreta llamada Gladio lista para intervenir en ese caso, y hubo varios conatos de golpe de Estado más o menos chapuceros. Por eso surgieron grupos terroristas de extrema derecha con lazos con los servicios secretos y el Ejército. El objetivo último era afianzar el bloque antisoviético en la Guerra Fría. Italia, como hemos dicho, era un país clave en ese tablero de juego desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Casi todos los Misterios Italianos pasan por esta clave de lectura. El resultado son los ‘años de plomo’ y un país sumido casi en una guerra civil encubierta de baja intensidad. Con hitos dramáticos de impacto colectivo, además de los atentados, secuestros y asesinatos puntuales. A continuación, una pequeña lista de las grandes masacres, ‘strage’ en italiano. Simplemente es poner una bomba en un sitio con mucha gente:

-Diciembre 1969: un banco de Piazza Fontana, Milán, 17 muertos y 88 heridos (en la foto, la portada del Corriere della Sera del día siguiente).

-Julio 1970: tren en la estación de Gioia Tauro, 6 muertos y 66 heridos.

-Mayo 1973: comisaría de Milán, 4 muertos y 46 heridos.

-Mayo 1974: Piazza della Loggia, Brescia, 8 muertos y un centenar de heridos.

-Agosto 1974: tren Italicus de Roma a Munich, 12 muertos y 48 heridos.

-Agosto 1980: estación de Bolonia, 85 muertos y más de 200 heridos.

-Diciembre 1984: tren en San Benedetto Val di Sambro, 17 muertos y 260 heridos.

Naturalmente, la lista podría empezar con la matanza de Portella della Ginestra, la de Salvatore Giuliano. Y si le suman, por el otro lado, los crímenes de las Brigadas Rojas y demás grupos de extrema izquierda imaginen lo que era Italia en aquellos años. Y el envenenamiento político que ha dejado en el ambiente.

Veamos una secuencia de la masacre de Bolonia en ‘Romanzo criminale’. Sí, ya sé que es la peli de la Banda de la Magliana, del punto anterior, pero es que parece que también andaban por ahí. Ya les decía que está todo relacionado:


Todos los procesos de estos crímenes se han quedado prácticamente en nada. Este último sobre la masacre de Piazza della Loggia se cerró hace dos semanas por insuficiencia de pruebas y absuelve a los cinco imputados. El atentado ha pasado por cinco instrucciones y ocho procesos. Esta vez, dos años de juicio, 166 vistas y 17 años de trabajo de dos fiscales. Otro rasgo distintivo de los Misterios Italianos son estos procesos judiciales interminables, que además se repiten varias veces, y al final no encuentran ningún culpable.

En este caso los imputados absueltos son un general de Carabinieri, Francesco Delfino; un ex-diputado de extrema derecha y ex-secretario del MSI (el partido de Fini antes de que le cambiara el nombre), Pino Rauti; los activistas fascistas Carlo Maria Maggi y Delfo Zorzi, acusados de ser los autores materiales, como en Piazza Fontana (Zorzi está huido en Japón desde 1974, ahora es incluso japonés y no puede ser extraditado); y un ex-militante de extrema derecha, confidente de la Policía en aquellos años, Maurizio Tramonte, alias ‘Tritone’.

Tras el atentado, al principio se siguió la pista de los fascistas pijos locales, una tribu característica de la época, mezclados con la delincuencia común. Fueron arrestados y condenados dos neofascistas, que luego fueron absueltos. Por si acaso, uno de ellos, Ermanno Buzzi, ya había sido asesinado en 1981 en la cárcel -el viejo mecanismo de los Misterios Italianos-. Tras ser condenado, lo trasladaron de improviso a otra cárcel en la víspera del juicio de segunda instancia. Al día siguiente lo estrangularon con sus propias manos y los cordones de los zapatos dos presos, los neofascistas Mario Tuti y Pierluigi Concutelli, oscuro personaje que durante un tiempo se ocultó en la España franquista y ha aparecido en la última investigación del caso ‘Pertur’. Pero mejor lo dejamos.

Hubo una segunda investigación y luego una tercera, la que ahora ha concluido en nada, que empezó en 1993. Sí, hace 17 años. El nivel de responsabilidad e implicación en el crimen fue extendiéndose de aficionados locales a grupos organizados de extrema derecha, como Ordine Nuovo, con respaldo oficial clandestino. Este último filón ahora cerradao se basó en la aparición de un confidente de la Policía en el mundo neofascista de aquellos años, el tal Maurizio Tramonte, alias ‘Tritone’. Resulta que en los días previos al atentado ya avisó de que se preparaba algo así. Pero las autoridades hicieron caso omiso.

En este último juicio, como en los anteriores, no se ha llegado a nada sobre todo por la dificultad de hallar pruebas. Otra norma elemental de los Misterios Italianos: en medio de la confusión más total, la pista principal surge de determinar quién tiene interés en desviar la investigación y aportar pistas falsas. No falla. En Piazza della Loggia alguien envió a toda velocidad a los bomberos a limpiar a manguerazos la plaza, eliminando toda prueba del explosivo utilizado. Luego desapareció misteriosamente un tal Ugo Bonati, figura clave del primer proceso que era vigilado por los Carabinieri y un día se largó, y hasta hoy. O la muerte por sobredosis en 1991 del sospechoso de ser el autor material. O el asesinato de Buzzi. O el sabotaje de la rogatorias con Argentina para interrrogar a un sospechoso. O la destrucción de toda la documentación del centro de antiespionaje de Padova.

Como decía una amarga viñeta de un diario el otro día tras cerrarse el proceso sin culpables: «Los servicios secretos son buenísimos en encontrar a los autores de las masacres… pero sólo antes de que las hagan».

Hablemos, para terminar, de alguien de los servicios secretos, para que se hagan una idea. No de cualquiera, sino del que fue uno de los jefes del SID (Servizio Informazione Difesa) entre 1971 y 1975, el general Gianadelio Maletti. Este señor sabía y cooperaba en todo esto que hemos contado, atentados y crímenes, y en 1981 fue pillado con las manos en la masa al intentar marear la investigación de la masacre de Piazza Fontana. Fue condenado por ello, pero tuvo tiempo de huir a Sudáfrica, donde todavía hoy vive tranquilamente.

Sin embargo, un día se puso a hablar, un fenómeno que ya sabemos que se repite en los Misterios Italianos. En una entrevista a ‘La Repubblica’ en 2000 contó todo. Confirmó, según él, que la CIA hacía y deshacía todo en Italia a través de los grupos neofascistas y con la complicidad de los servicios secretos italianos y los Gobiernos italianos.

Tras estas revelaciones, se consiguió que fuera a un tribunal a decirlo, en el interminable proceso de la masacre de Piazza Fontana. Con una solución a la italiana: era un prófugo en búsqueda y captura, pero se halló una excepción legal nunca usada antes, un permiso de unos días para entrar en Italia, prestar declaración y largarse sin ser molestado. Fue el 21 de marzo de 2001. Me acuerdo porque yo acababa de llegar a Italia y flipaba en colores. El general, de 79 años, y que dijo estar allí porque amaba Italia, confirmó todo lo de su entrevista. Luego se volvió a Sudáfrica y aquí no ha pasado nada. Ninguno de los siete procesos de Piazza Fontana ha llegado a nada. Sólo un neofascista arrepentido de Ordine Nuovo, Carlo Digilio, confesó su participación en el atentado y por eso mismo con las atenuantes obtuvo en 2000 la prescripción del delito, otro clásico de los Misterios Italianos y de Italia en general.

FIN

En resumen, en los Misterios Italianos todo el mundo sabe lo que ha pasado, pero no hay verdad oficial. En realidad nunca se pone la palabra ‘fin’. Estas cosas de las que hemos hablado abarcan un periodo larguísimo que arranca en 1947 (Portella della Ginestra), pero todas siguen sucediendo, en un cierto sentido, ahora mismo. No han terminado. Como ya hemos dicho alguna vez, la idea que resulta es que lo que está pasando realmente hoy mismo no lo sabremos hasta dentro de unos años. La sensación es de no saber a ciencia cierta sobre qué suelo se está pisando. Y ésa es una de las sensación más italianas que existen. Espero haberla transmitido, junto a otras sugerencias aplicables a la realidad actual, de la mistificación y bendición del delincuente a la imposibilidad de llegar a la verdad judicial. Pero yo siempre pienso en la pobre gente que se cruza por azar en estos sucios tinglados de grandes poderes y muere. Sabiendo estas cosas se pueden hacer una idea más adecuada de la desconfianza de los italianos hacia las instituciones y el poder en general.

Estas historias, naturalmente, hacen los periódicos italianos muy interesantes y entretenidos, aunque es como leer con retrovisor. Los diarios españoles son un muermo. En comparación, España no tiene ninguna curiosidad por su pasado, salvo en clave nacionalista en las regiones correspondientes. Y también comprenderán que cuando uno llega a este país y abre los periódicos todo le suena a chino. Es como empezar a ver ‘Dinastía’ en el capítulo 327. Y nadie lo explica, porque se supone que todo el mundo está al corriente y, es más, aburrido del tema. Pero debo decir una cosa: creo que la mayor parte de los italianos no tienen ni idea de todos estos temas, sólo superficialmente, y menos aún a medida que pasa el tiempo. En una encuesta reciente entre estudiantes la mayoría pensaba que la masacre de la estación de Bolonia fue obra de las Brigadas Rojas…

Italia es belleza, luz y color, pero también misterio, oscuridad y una enorme violencia soterrada.

Ya seguiremos otro día porque, claro, no hemos terminado.

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