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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

El arte de simular

El otro día hablábamos de escaparates, mentira y simulación en las calles de Roma. Naturalmente, a cualquiera se le ocurre que lo que contábamos era sólo una pequeña muestra de andar por casa, porque en realidad estas cosas en Italia son un arte. Se ve andando por la calle, no sólo por casa. Miren, por ejemplo, esta foto de aquí al lado. Observarán con una sonrisa incrédula que varias ventanas son de mentira. No se crean, que son del Palazzo Spada, en el centro de Roma, no de cualquier sitio. Aquí se nota mucho, pero uno puede pasar por delante todos los días y no darse cuenta. Y no es sólo en este palacio. Roma está llena de ventanas de mentira. Cuando uno lo descubre la primera vez -y pueden pasar años- empieza a fijarse y ya las encuentra por todas partes. Es increíble, pero tiene mucho sentido. Como otras tonterías que contamos aquí, viene muy bien para adentrarse en el sentido profundo de los tópicos. Hay dos explicaciones, una estética y otra pragmática, ambas cosas muy italianas. Empecemos por la segunda razón: había impuestos por cada ventana que se construía, así que por eso no la hacían, pero la pintaban. Así llegamos al otro motivo: lo importante es no pagar impuestos, pero lo esencial es salvar la armonía, la belleza y las apariencias. Imaginen esta foto sin las ventanas de mentira. Quedaría mucho peor.

Para acompañar estas líneas recordemos una película muy de ventanas, ‘Una giornata particolare’ (1977), espléndida, de Ettore Scola. Fue Globo de Oro al mejor filme extranjera. Se refiere al 3 de mayo de 1938, un día histórico. No se asusten con los dos siniestros vecinos que aparecen en la ventana en la primera secuencia. Por desgracia no son de mentira.

¿Qué alegría, eh? Luego la cosa se anima cuando Sophia Loren ve a Marcello Mastroianni desde su ventana. Qué película tan bonita. Como curiosidad, una de las hijas de la familia es la nieta de Mussolini, Alessandra, que además era sobrina de la Loren. Pero a mí me hace más gracia ver a John Vernon, el marido facha, hablando ‘romanaccio’. ¡Es el inolvidable rector psicópata de ‘Animal house’ que perseguía a John Belushi!

Volviendo a lo nuestro, para los amantes del barroco todo lo que hemos contado son meras tonterías, porque ya saben que esto de la trampa visual supera el ámbito de la comunidad de vecinos. En Roma hay unos cuantos trampantojos y juegos ópticos maravillosos. En el mismo Palazzo Spada, por ejemplo, está la célebre Perspectiva de Borromini, que pueden ver en esta otra foto. Aunque no lo parezca, pues de eso se trata, su longitud no es de los 35 metros que aparenta, sino cuatro veces menos. Pero es imposible notarlo si uno no convence al guarda -al que a veces riñen por ello- para que se meta dentro. De ese modo se descubre que apenas da dos pasos se convierte en un gigante. Aunque la más célebre de las trampas de Roma quizá sea el techo y la cúpula de Sant’Ignazio, que está en la plaza del mismo nombre, una de las más hermosas, un escenario teatral. Los que ya conocen la iglesia saben de qué va la cosa, y a los demás les está esperando. Asómense aquí abajo, aunque hasta en foto da un poco de vértigo:

Este talento para sacar arte de las limitaciones puede llegar a cotas impensables. Por ejemplo, este verano se ha celebrado en Giarra, un pueblo cerca de Catania (sur), el primer Festival dell’Incompiuto Siciliano (Festival de lo Incumplido). Se refiere a las obras mastodónticas que se han dejado a medias, generalmente porque la empresa contratada es de la Mafia, se lleva la pasta y las deja tal cual o por la crónica inutilidad y latrocinio de las autoridades locales. Pasa en toda Italia, pero en Sicilia es deporte exhibición. Y arte, según un grupo llamado Alterazioni Video. Entre la ironía, la creación y la pura supervivencia, han elevado a categoría de objeto artístico las obras abandonadas, por su original contribución al paisaje. Han elegido Giarra como capital de esta disciplina por su impresionante currículum de obras sin acabar: piscina provincial, centro polifuncional, mercado de flores, pista de automodelismo, casa de ancianos, parque Chico Mendez con una ‘bambinopoli’, teatro municipal -desde hace 60 años- y el gran campo de polo para la Universiada de 1997, que pueden ver en la imagen.


El festival, de tres días, consistió en recorrer estas joyas, hacer ‘perfomances’ in situ y reflexionar sobre ello. Quieren convertirlas en parque arqueológico. Para ellos son ruinas del siglo XX que son «útiles para una comprensión más amplia de las relaciones entre el territorio y sus habitantes». Tienen hasta un manifiesto, una paja mental muy trabajada y entretenida. Defienden que el adefesio paisajístico, como tal, es un patrimonio artístico cultural, una nueva perspectiva -como la de Borromini- que supone «una solución concreta a la sensación de derrota que dan estos lugares». «La naturaleza, por medio de la vegetación espontánea, dialoga sinestésicamente con las obras incumplidas», dicen. En su página web catalogan las obras sin acabar de Italia y les salen unas 300. Puentes, hospitales, embalses, catedrales, comisarías, mataderos, estadios, hoteles, aparcamientos, carreteras, teatros, vías,… De todo. Sólo en la provincia de Palermo hay 22.

Para terminar con el don de la simulación, una noticia de esta semana sobre un tipo que arrestaron con admiración los Carabinieri: «Un verdadero artista», reconocieron. Se trata de Matteo Politi, de 30 años, vecino de Verona (norte) que era empleado de una agencia de alquiler de coches hasta que, de repente, en 2008 decidió hacerse médico. Pero de la noche a la mañana, aunque no tenía ni el bachillerato. Falsificó el diploma del instituto, la licenciatura en Medicina -aprovechando un caso de homonimia con otro médico- y una especialización en cirugía plástica y estética. Trabajaba en seis centros de distintas ciudades y hasta en las urgencias de un hospital. Hasta daba clases en una escuela estética, iba a congresos y en su foto de Facebook aparecía con bata blanca y estetoscopio. Así se ha tirado dos años hasta que le han pillado.

En Italia hay mil juicios al año contra falsos profesionales. De médicos o abogados a arquitectos. El oficio más trampeado es el de dentista: se calcula que ejercen unos 15.000 intrusos ilegales.

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