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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Lui (10): sesión lúdica

Lo primero, para ir calentando, un juego de gimnasia mental. Como hablar de Berlusconi ya no impresiona y hace mucho que es perder el tiempo, pongámosle otro nombre a lo ocurrido esta semana en el caso David Mills, el señor de la foto, letrado británico.

Imaginen que un abogado inglés es condenado por haber aceptado el soborno de una empresa de Zapatero (o de Sarkozy, o de Angela Merkel, o de Gordon Brown) para mentir en un proceso y evitarle un problema. Imaginen que Zapatero (o Sarkozy, o Angela Merkel, o Gordon Brown) estaba en ese mismo banquillo como corruptor del corrupto hasta que ha aprobado una ley para dotarse de inmunidad y salir del juicio. Imaginen que, de todos modos, la sentencia a nadie le parece nada del otro mundo, la prensa lo da de tapadillo y encima el que dimite es Rajoy o su equivalente, tan tonto que elige ese día para abandonar su partido, que es un desastre. ¿Consiguen imaginarlo? Tiempo a disposición: diez minutos. Bueno, quince.

¿Hecho? ¿Qué pensarían ustedes?

No respondan todavía. Subamos el nivel de dificultad. Ahora, jugando a suponer un futuro estadísticamente probable, imaginen que dentro de un año o dos, en la apelación de la sentencia, el tribunal absuelve totalmente al abogado y anula totalmente la primera sentencia. ¿Qué pensarían entonces?

Sigamos. Imaginen que dentro de cuatro años, o así, el Supremo dice ahora que sí, que el abogado es culpable, que la primera sentencia tenía razón y la segunda no, pero que el delito ha prescrito. ¿Qué pensarían?

En fin, no se cansen, no están acostumbrados. Es mejor no pensar. Hay que vivir en Italia, con este primer ministro, estos políticos, esta oposición, esta Justicia, esta prensa y esta televisión.

Para relajarnos, pasemos al capítulo de bromas. Quizá recuerden la última escalada de gags de Berlusconi. El chiste el color de la piel de Obama, el chiste sobre el campo de concentración nazi, la reflexión de que una caída de dos puntos del PIB no es preocupante,… Después tuvo que cogerse unos días de reposo, por dolores de cabeza. Normal. Pero ha vuelto muy fresco. El último chascarrillo, siempre siguiendo los chistes, cómo diríamos, de derechas, es muy simpático:

Traducción:

“Para la izquierda soy el ogro de Arcore (su palacio de Milán), dicen que soy como Hitler, Mussolini, como aquel dictador argentino que eliminaba a sus opositores llevándoles a un avión, con un balón, les abría la puerta, les enseñaba el balón y les decía: ‘Mira que día tan bonito, sal a jugar fuera’. Hace reír, pero es dramático…” Lo dijo el otro día en el cierre de campaña de las elecciones de Cerdeña, que ha ganado este fin de semana de calle.

El problema es que se le agotan los temas. Ya no hay tabúes a la vista o asuntos sobre los que no es posible reírse. Tras cachondearse de negros, millones de judíos exterminados y 30.000 torturados desaparecidos -entre ellos, también italianos- no se sabe a dónde puede llegar. Si hasta aquí nadie le ha parado los pies, la única forma de que se juegue realmente el puesto, conociendo Italia, es que haga un chiste sobre el Papa. Ahí sí que se podría armar.

Para terminar esta sesión lúdica, hablemos de chicas, otro de los temas favoritos de nuestro hombre, ‘El Hombre’. Ya saben que se considera el tipo más seductor y simpaticote del mundo. Tal vez lo sea, yo no digo que no. Esto también debe de ser de derechas y, mira qué curioso, en contra de la machacona prohibición del Vaticano de que se casen los divorciados, falta que conlleva la prohibición de la comunión, los líderes de los cuatro grandes partidos de la derecha italiana son todos casados por segunda vez: Berlusconi, Fini, Bossi y Casini. Ninguno puede comulgar, ya ven. Lo llevan como pueden.

Los líos de Berlusconi son famosos desde aquellas entrañables escuchas teléfonicas de 1986, cuando era sólo el amo de la televisión privada, y en Nochevieja, de cena con el primer ministro, Bettino Craxi, hablaba con su amigo Marcello Dell’Utri -condenado a nueve años por asociación mafiosa pero actual senador- de qué azafatas de sus teles se podrían cepillar, porque «el que no folla el primer día del año no folla en todo el año».

Luego, ya saben el escándalo que se armó hace dos años después de que tirara los tejos a unas cuantas azafatas en una cena y su mujer, Veronica Lario, escribiera una carta pública muy ofendida sobre sus problemas de cuernos. Berlusconi respondió con otra, con estilo de galán de culebrón. Todo memorable. Asuntos privados, dirán ustedes. Lo malo es que eligieron la correspondencia pública, el folletín. Berlusconi siempre se hace un lío entre lo público y lo privado, como mucha gente que anda por Internet. Y es que una de aquellas muchachas guapas a las que piropeaba era una tal Mara Carfagna. La vemos aquí arriba en pose felina. Le dijo que si no estuviera casado se casaría con ella sin pensarlo. No ha podido ser, pero al cabo de un año ahí la tenemos de ministra de Igualdad de Oportunidades, dicho sin ironía. Vean que transformación, rodeada de solícitos colegas diputados en el Parlamento:

Circulan rumores insistentes acerca de la existencia de otra grabación telefónica de una conversación sobre el sentido profundo de esta veloz promoción, pero quien lo ha mencionado se ha encontrado con demandas de la señora ministra de hasta un millón de euros. Igual que quien, dentro del partido, ha puesto el grito en el cielo.

Más gracioso aún fue cuando un ‘paparazzi’ pilló a Berlusconi remoloneando con un alegre grupo de señoritas en su chalecito de Cerdeña. Ya saben, la fastuosa villa con anfiteatro griego de imitación, volcán de plástico y bat-cueva subterránea secreta en los arrecifes para acceder directamente a la mansión. El magnate paseaba de la manita y hasta se las sentaba en las rodillas a ver el mar: vean la foto pequeñita de la izquierda de la portada, le caben hasta tres. Sí, esa cabecita feliz que asoma tras las maromas es la de Berlusconi. Asuntos privados, dirán ustedes. Pues no. Las protagonistas fueron poco a poco identificadas -una ex-concursante del Grande Fratello, presentadoras monas de programas regionales, actrices en ciernes,…- y deshicieron indignadas el equívoco en sucesivas entrevistas: se trataba de una reunión de partido de Forza Italia. De los jóvenes, claro, con el gran líder. Qué falta de vista: si dijeran antes que las reuniones de partido son así se dispararían las afiliaciones.

A lo que íbamos. La tradición de las escuchas telefónicas, que en Italia es tan normal como comprar el pan, ha llegado hasta hoy y a Berlusconi le pillaron recomendando amiguitas para papelitos al director de RAI Fiction, Agostino Saccà. Y eso que ya tiene tres televisiones suyas. Debe de ser que se le desborda la agenda o la parrilla televisiva no da para más. En la conversación le enchufaba cinco chicas. Ya ven que tampoco son asuntos estrictamente privados. Es un proceso abierto en Nápoles por tráfico de influencias que terminará como se pueden imaginar, si termina algún día. Pero lo que nos interesa enfatizar aquí es una prueba más de la grandeza de Berlusconi. Hasta las apariencias le resbalan. Una de estas muchachas era Elena Russo, una actriz napolitana, y ya no es que la intenten enchufar en la RAI, es que acaba de aparecer directamente en un anuncio oficial de la Presidencia del Gobierno. Uno sobre la limpieza de basuras de Nápoles que, nunca mejor dicho, no tiene desperdicio.


Traducción:

“Nápoles tenía un problema, no vamos a hablar de él, ya sabemos cuál. El Gobierno ha intervenido, y cuando el Gobierno, el Estado hace algo, es como si lo hicieran todos los italianos. Pero ahora hace falta el compromiso de todos, los que viven y los que vienen. Hagamos que siga así. ¿Es más bella, no?”

Responde la chica: “Gracias. ¡Nápoles, bella hoy, bella ayer, bella mañana!”

Sigue el sello de la Presidencia del Gobierno.

Ele, Viva Italia.

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