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Una retirada a tiempo…

Pues no. No es una victoria. Al menos las sensaciones que tienes cuando tomas la decisión no son precisamente las de que has conseguido un triunfo. Más bien al contrario. Las del cuerpo… en fin… qué decir del ‘culpable’ de tu decisión. Bastante vapuleado y maltratado está como para encima cargar más las tintas sobre él. Y las de la mente… Allí arriba bullen mil y una sensaciones. Mil y un pensamientos. Empezando por el de la decisión misma de retirarte de la Goierriko2Haundiak, la carrera ‘corta’ (88 kms, +6.000 de desnivel) de la ultratrail Ehun Milak, en el kilómetro 60, cuando ya has pasado lo más duro del recorrido y ‘solo’ quedan 28 kilómetros para la meta. Desde luego no es algo que surge de repente. Llevas kilómetros –horas- pensándolo. Al principio es un chispazo que surge en el fondo de tu cabeza. Muy en el fondo. Y lo rechazas de inmediato. Pero ya es demasiado tarde. La chispa ha encontrado terreno yermo para prender y con el paso de los kilómetros se convierte en una llama que acaba por incendiar tu cabeza.

El recuerdo de las decisiones que has ido tomando durante la marcha van alimentando ese fuego. Lecciones para aprender. Como cuando a los pocos kilómetros de la salida hice caso omiso de ese buen hombre (¡Ayyyy!… el publico… Merece una crónica en exclusiva) que me avisó del arroyo que había que cruzar para no mojarme los pies y yo los metí hasta los tobillos… O cuando envuelto en la vorágine de lo corredores que te rodean decides forzar la marcha y correr más allá de las rampas de descenso… O cuando decides no meter en la bolsa del avituallamiento de Etxegarate (km. 50) un segundo par de zapatillas….Total, las más cómodas la llevas puestas… Lecciones aprendidas.

Así que la subida desde Otzaurte (km. 55) al control del túnel de San Adrián (Km. 60) se acabó por convertir en una lucha interior. Solo. Al mediodía. Con el sol cayendo a plomo. Los pies macerados por la humedad y el calor… Cada repecho fue una pequeña sesión de tortura. Física y mental. Ni siquiera aprecias ya los gritos de ánimo de la gente (el público, otra vez. ¡Grande, muy grande!). Y entonces te vienen a la cabeza las palabras de Iker Karrera (¡qué ilusión me hizo encontrarme con él y con Idoia horas antes de la salida en Beasain!) en la entrevista que le hice a finales del año pasado para EL CORREO, cuando le pregunté su opinión sobre los conceptos de retirada y fracaso en las carreras de montaña:

La gente confunde retirada con fracaso. Y no tiene por qué ser así. Igual el fracaso es continuar y terminar la prueba medio muerto, con una rotura muscular o yo que sé. No siempre conseguir el objetivo es el éxito. La gente se obsesiona con terminar las carreras, pero igual lo mejor es dejarlo. No es un tema de heroísmos sino de correr por el monte y tratar de disfrutar al máximo. Hay que conservar un mínimo de dignidad y un mínimo de estética en lo que se hace. Siempre”.

Dignidad y estética. Dos bonitas palabras a las que me aferré con fuerza en San Adrián para acabar de tomar una decisión que ya había barrido mi voluntad. “Un mínimo de dignidad y un mínimo de estética en lo que se hace. Siempre”. La frase volvía una y otra vez a mi cabeza para reafirmar la decisión tomada.

Los procesos mentales en esas circunstancias son increíbles. Tu cerebro necesita un argumento para justificar su decisión. Y los busca donde sea hasta encontrarlo. El sábado, en el kilómetro 60 de la G2H de la Ehun Milak fueron las palabras de Iker. Pero si hubiese decidido seguir, entonces habría tenido unas cuantas más de la misma entrevista para justificar la decisión. Los recursos de nuestro cerebro nunca dejarán de sorprendernos.

Así que a esas alturas de la carrera y de mi decisión, no estaba en disposición de procesar los datos buenos, los que hubiera tenido en cuenta si la decisión habría sido la de continuar. Como que aún estaba en medias de terminar la carrera en algo menos de 21 horas (dentro del límite establecido en 22). O que lo más difícil del recorrido había quedado atrás. O que mis tendinitis crónicas de los talones de Aquiles estaban aguantando perfectamente sin apenas molestarme. Definitivamente, en mi cabeza había ganado la opción de abandonar.

-¿Fernando, te retiras?
-Sí.

La respuesta salió de mi boca extraña, ajena, como si no la hubiese pronunciado yo. Para cuando quise darme cuenta, la chica del control me había cogido del brazo y me había cortado la cinta del chip. Casi me dolió. Creo que di un respingo y todo. Le lancé una mirada como diciendo “Ehhh, no tan rápido, déjame pensarlo”. El último coletazo de un orgullo malherido y mal entendido. Pero también me quitó un peso de encima. Mi primera G2H había concluido. Y acababa de empezar la segunda. Qué razón tenía Iker Karrera en otra de sus frases:

la primera retirada es la más difícil”. Amén.

Solo quedaba ya aprender la lección y, por supuesto, recordar los buenos momentos vividos en una carrera donde su gente –organización, voluntarios, público…- esta al nivel del recorrido: en lo más alto. Los hubo. Y muchos. Como la salida multitudinaria en Beasain  jaleados por todo un pueblo echado a la calle para rendirnos su admiración y apoyo, igual que en todos los siguientes pueblos, barrios y caseríos que atravesamos, donde la gente te ofrecía no solo su ánimos, sino un trago de agua (cuando no de vino, kalimotxo, cerveza…) o las más variadas vituallas para reponer fuerzas… O el tramo entre Zaldibia (km. 7) y Larraitz (km. 19), cuando el cuerpo aún respondía a las exigencias de la mente y se deslizaba con la precisión de un animal nocturno entre rocas, sendas y bosques en un continuo sube y baja en medio de la noche. O la subida al Txindoki (por seguridad, la organización decidió que no se subiese y solo pasamos por el collado), donde sentí ese placer que el cuerpo te proporciona cuando responde al esfuerzo que le exiges.  O esa espectacular caminata por las alturas de Aralar en plena madrugada, iluminada por cientos de luciérnagas que dibujaban el camino de la carrera en el más mágico de los parajes de Euskalherria. O el amanecer camino de la majada de Uidui, rodeado, entre rocas y prados, de unos colores exclusivos de esas horas tan íntimas…

Han pasado ya tres días desde la carrera. Aprendida la lección, los malos momentos comienzan a diluirse mientras los buenos se asientan para reafirmarme en la idea de que ésta solo ha sido mi primera G2H. Mi retirada en San Adrián no fue una final, sino un principio. Es el momento de agradecer a muchas personas su apoyo y ayuda, sin las que jamás hubiera llegado hasta aquí. Al doctor Pablo Díaz-Munío (Medical-Quatro), que en los dos últimos años ha hecho de mí un hombre nuevo. A Raquel, por aguantarme unas veces y acompañarme otras, pero sintiéndola siempre junto a mí. A Nahia, por confiar en mí desde el primer momento y por contagiarme su vitalidad. Al equipo de la Cruz Roja del avituallamiento de Etxegarate (no os pregunté ni los nombres), por vuestra paciencia y vuestros cuidados, por sentirme en esa media hora el paciente mejor tratado del mundo (os puedo asegurar que después de vendarme los pies, sus maceradas plantas se convirtieron en el último de mis problemas). A Adi, la mejor demostración de que una perra puede ser mejor compañera en la montaña que muchas personas.

Dejo para el final a Begoña. Ante ella los agradecimientos se mezclan con la admiración. Por inculcarme el veneno de las ultratrail. Por enseñarme que el tesón, la constancia y la fuerza de voluntad son los principales (y casi únicos) valores de este deporte.

Cuando poco antes de las nueve de la noche del sábado cruzaste la meta de Beasain, una parte de mí lo hizo contigo. Gracias Bego. Por eso y por todas las horas compartidas en la montaña. Eres un ejemplo para todos los que empezamos en este mundo.

Aurresku de honor a los participantes de la Ehun Milak, momentos antes de la salida.

Cuatro instantáneas de la salida de la Ehun Milak en Beasain.

Poco antes de tomar la salida. Qué cara de felicidad...

 

Los participantes de la G2H, a punto de tomar la salida.

 

El avituallamiento de Exegarate (km. 50).

 

Llegando a Etxegarate, con Begoña y Carlos.

 

Imanol Aleson, ganador de la Ehun Milak, recorriendo los últimos metros antes de llegar a la meta.

 

Aquí tenéis varios enlaces de crónica, vídeos y las clasificaciones de la prueba:

Clasificación Ehun Milak 2013: http://www.ehunmilak.com/v51/images/ABSOLUTAEH.pdf

Clasificación G2H 2013: http://www.ehunmilak.com/v51/images/ABSOLUTAG2H.pdf

Reportaje de ETB (34 minutos): http://www.eitb.tv/eu/bideoa/zu-kirolari–2013/2059602222001/2551865277001/ehunmilak/

Vídeo de ETB (10 minutos): http://www.eitb.com/eu/bideoak/osoa/1387286/bideoa-ehunmilak-2013–ehunmilak-ultrailaren-kilometroak/

Crónica de la dos carreras en carrerasdemontana.com:

http://carrerasdemontana.com/2013/07/13/ehunmilak-ultratrail-2013-i-g2haundiak-goierri-trail-cronica-resultados-y-fotos-1o-inaki-kataka-11h05m-1a-silvia-trigueros-13h16m/

http://carrerasdemontana.com/2013/07/14/ehunmilak-2013-ii-168kd11-000m-cronica-resultados-y-fotos-1o-imanol-aleson-22h59m-1a-nerea-martinez-28h07m/

 

 

 

 

 

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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