Edurne Pasaban y sus 14 ochomiles acapararon el lunes toda la atención del Shisha Pangma, pero ella y su equipo no fueron los únicos en hacer cumbre. En total, casi una veintena de personas alcanzaron su punto más alto. Entre ellas estaban el bilbaíno Juan Ramón Madariaga (4º ochomil), el baracaldés Roberto Rodrigo (2º) y varios de sus compañeros de expedición, como la burgalesa Isabel García, el catalán Jaume Gibernau y el mexicano Jorge Salazar. No alcanzaron la cima, de ese expedición, José Luis Quintana y Pepe Dey.
Si dura fue la ascensión para todos, en su caso resultó aún más, ya que ellos no partieron del campo 3 (7.400 m.) sino desde más abajo, desde un campo intermedio que situaron a unos 7.000 metros. El esfuerzo fue tal que Madariaga confesaba ayer, nada más llegar al campo base, sentirse “derrotado después de la enorme paliza que nos hemos pegado estos dos días”. El lunes para subir hasta la cima y ayer para descender desmontando todos los campamentos de altura y bajando con todo el material.
El momento decisivo para su grupo se produjo el domingo, durante la ascensión al campo 3.“El problema es que no llegamos hasta tan arriba por el cansancio acumulado y lo que hicimos fue montar un campo 2 avanzado debajo del corredor que da acceso al C-3, así que el día de cumbre tuvimos que hacer mil metros de desnivel”, explicaba el bilbaíno aún con el cansancio reflejado en su voz.
La decisión que adoptaron fue un acto de compañerismo, ya que “algunos de grupo venían justos de fuerzas y cuando llegamos al principio del corredor no podían más. En un momento así no puedes dejar a los amigos solos, así que decidimos montar ese C-2 avanzado”.
Ya por la noche, más descansados y sin las mochilas tan cargadas, ascendieron el corredor para llegar a la ubicación del C-3, unirse al restos de expediciones y hacer el ataque final a cumbre conjunto. “Salimos a las 12 de la noche para cumbre, paramos un rato en el C-3, donde Edurne y sus compañeros nos acogieron porque hacía mucho viento y luego, cuando amaneció y el viento paró, salimos todos hacia arriba”.
La consecuencia de ese sobreesfuerzo es que “nos dimos una paliza tremenda”. “A mí más que nada se me hizo largo”, explicaba el bilbaíno, que suma con el Shisha su cuatro ochomil tras Cho Oyu (2003), Broad Peak (2007) y el Everest (2008). Para Rodrigo es el segundo, tras el Broad Peak en 2006. Al principio, la pendiente era “muy pronunciada, de 45º o así, y en la parte final la nieve era más polvo y nos hundíamos más. Fue duro, pero sobre todo por largo”, insistía.
Hasta que llegaron a la arista cimera, el punto más delicado de la ruta. “Ascender por ella fue un espectáculo, una maravilla, una arista muy muy afilada donde casí había que hacer escalones para subir. Y por fin la cima. “La llegada fue muy emocionante y muy bonita por lo de Edurne”. Pero también tuvo un significado muy especial para el bilbaíno y todos sus compañeros “porque ha sido una montaña que nos ha hecho sufrir. Durante mucho tiempo ha sido una cumbre que ha estado en el aire, nos ha hecho muy mal tiempo y teníamos muchas dudas de poder llegar a subirla”.
Felicitaciones de Gerlinde y Messner a Edurne
Edurne Pasaban ha recibido en las últimas horas un aluvión de felicitaciones. Desde todos los ámbitos y personalidades. Sin embargo, hay dos que le han hecho especial ilusión, las de su amiga Gerlinde Kaltenbrunner y la de Reinhold Messner, el primer conquistador de los 14 ochomiles y considerado el mejor alpinista de la historia.
La austriaca que en estos momentos se encuentra a los pies de la cara norte del Everest para intentar subirla en estilo alpino con su marido Raf Dujmovits, remitió ayer un correo electrónico a la tolosarra en la que le felicitaba, se alegraba por acabar los 14 ochomiles y esperaba que se pudieran ver pronto para celebrarlo juntas.
Por su parte, Reinhold Messner le envió un bonito mensaje que emocionó especialmente a Edurne: “Tus catorce ochomiles son inconfundibles, como tú. Seguro que son inútiles, pero por eso resultan más hermosos.¡Felicidades!”.
Edurne, la más ‘entera’
Tras dejarles comerse dos buenos platos de garbanzos y darse una buena ducha, el doctor de la expedición, Pablo Díaz-Munío -médico del equipo español en la última Copa América de vela-, realizó ayer un chequeo completo a todos los alpinistas. El parte es de lo más satisfacctorio si se tiene en cuenta que bajaban de más de ochomil metros de altura.
Y “de nuevo” la que mejor ha llegado es “la reina”, según explicaba Díaz-Munío. “Ya en el Annapurna llegó la más entera y esta vez también”, añadía. En cualquier caso, todos muestran “una saturación entre un 5 y un 10% de oxígeno en sangre menor del que tenían al subir”.
En el aspecto individual, Asier Izagirre ha bajado con “gastralgia” (dolor de estómago), Nacho Orviz tiene quemaduras solares en la cara y Edurne, una conjuntivitis “aunque que ya sabemos por experiencia que responde fácilmente al tratamiento”. Quien peor ha bajado ha sido el sherpa Mingma, que sufrió una diarrea en primer día de ascensión tras beber agua muy fría. “Ha llegado con una tensión arterial muy baja y más deshidratado de la cuenta”.
Ante este ‘parte de guerra’ menor, el médico se muestra “contento” porque son “cosas menores”, aunque no tiene dudas de que “aquí aún quedan cosas por hacer, nos queda terreno por mejorar, lo tengo claro”. Sin embargo, tampoco olvida que “llevamos 75 días de expedición y que este campo base es muy agresivo y no ayuda a recuperar”.