«Que un ciego suba a lo alto del Everest es una hazaña enorme para los ciegos, pero es el definitivo desmontaje de la montaña, porque el Everest se ha convertido en un paseo». Quien habló con esa rotundidad en 2001, ante la ascensión del primer invidente al Techo del Mundo, es el considerado mejor escalador de todos los tiempos, el italiano Reinhold Messner Reinhold Messner, el primer hombre que subió sin oxígeno y en solitario a la cumbre del Everest.
Y el tiempo no ha hecho más que darle la razón. El circo en el que se ha convertido cada primavera el Everest está dispuesto a dar una pirueta más: Jordan Romano, un chaval californiano de 13 años, quiere convertirse en la persona más joven que asciende el Chomolungma.
En los tres últimos años, mientras sus amigos y compañeros de colegio se dedicaban a jugar, Jordan ascendía montañas. Concretamente, las más altas de cada continente. Empezó en 2006 con el Kilimanjaro, este pasado invierno (verano austral) ascendió el monte Vinson (Antártida) y ya sólo le queda el Everest. «Ésta es su misión», ha dicho su padre, Paul Romero. «Es su idea. Él marca los tiempos. Nosotros sólo le ayudamos con las bolsas y le seguimos por todo el mundo. Es bastante divertido».
Divertido y arriesgado para un niño de su edad. Tanto que hace unos años el Gobierno de Nepal tuvo que establecer el límite de edad para ascender al Everest en 16 años ante la peligrosa carrera de jóvenes sherpas ,y algún que otro occidental, por batir el récord de precocidad. Antes de la prohibición, en 2001, Tsheri Temba Sherpa, estableció la marca en 16 años y 14 días. Tsheri lo había intentado el año anterior y se quedó a pocos metros de la cumbre. Perdió varios dedos por congelaciones.
Pero China no pone límites de edad, así que la del collado norte y la arista noroeste será la ruta por la que subirá Romero, por cierto, mucho más larga y extenuante que la de Nepal.
Otro récord que casi seguro se batirá es el de las 19 ascensiones de Apa Sherpa . Y lo hará él mismo. Este pequeño nepalí de 50 años es una leyenda viva en Nepal. Nadie ha pisado tantas veces como él la, para los sherpas, sagrada cumbre del Everest. En esta ocasión, además, tenía previsto subir las cenizas de Edmund Hillary, junto con el sherpa Tenzing Norgay, el primer hombre que holló el Chomolungma, en 1953, y fallecido en 2008. Pero el plan fue suspendido ayer mismo después de que monjes budistas lo desaconsejaran por motivos religiosos. Consideran que traería mala suerte y sería una especie de profanación de la que los budistas consideran ‘Diosa Madre de la Tierra’.
Pero todavía hay alpinistas que valoran más el cómo (la ruta que se sigue y el estilo que se emplea) que el qué (el mero hecho de alcanzar la cumbre). Y ahí es cuando el Everest recupera su grandeza, su verdadera dimensión de montaña más alta del planeta. Y lo hace con alpinistas como Gerlinde Kaltenbrunner y su marido Ralf Dujmovits. La austriaca, que como Edurne Pasaban está a sólo dos montañas de completar los 14 ‘ochomiles’, vuelve a la cara norte del Everest para intentar, en estilo alpino y sin oxígeno artificial, el directísimo Supercouloir, la misma ruta que Alberto Iñurrategi y compañía trataron de subir en 2006 y 2009.
O como Simone Moro , que intentará la nunca realizada travesía Everest-Lhotse, por supuesto también sin oxígeno artificial. El reto le llevará a permanecer durante cuatro días por encima de los ochomil metros, un desafío para el cuerpo humano que aún nadie a afrontado…
Con planes más modestos, aunque con la misma ilusión que Moro, Kaltenbrunner y 500 alpinistas más, están ya en el campo base tibetano el vitoriano Josu Ortubay y el guipuzcoano (Ordizia) Pedro García. Ellos intentarán la ascensión por la ruta normal del collado norte, en principio sin la ayuda de oxígeno.
Foto 1: Jordan Romano en la cumbre de la Pirámide Canstenz, techo de Oceania.
Foto 2: Jordan Romano con sus padres.
Foto 3: Apa Sherpa, a su llega a Katmandú (actualmente vive en EE UU).