El jolgorio de la tienda-comedor del campo base se escuchaba a través del teléfono satélite. Edurne Pasaban celebraba ayer subida en una nube su decimotercer ‘ochomil’. Pero más que la cifra, probablemente disfrutaba de su nombre: el Annapurna, una montaña a la que reconoce sin tapujos que «le tenía miedo». Sin embargo, un pequeño lunar […]