“Los países más ricos son los que más invierten en investigación y desarrollo; y no invierten por ser ricos, sino que son más ricos porque invierten”. La reflexión corresponde a la consejera de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno vasco, Isabel Celaá, quien pronunció estas palabras en la clausura de una mesa redonda sobre investigación, convocada por la iniciativa Publikoa. El acto, que giró en torno a un coloquio sobre la situación de la investigación en el País Vasco, estaba organizado por el Partido Socialista de Euskadi, pero no tuvo el marcado perfil político que podría suponérsele. Contribuyeron a ello los participantes en la mesa, moderada por mi compañero Luis Alfonso Gámez, y formada por la catedrática Itziar Laka, directora del laboratorio de Psicolinguística de la UPV-EHU; el director de la cátedra interuniversitaria sobre Derecho y Genoma Humano Carlos Romeo; el presidente ejecutivo de la fundación vasca para la ciencia Ikerbasque, Fernando Cossio; y la investigadora de esta institución Inmaculada Estévez.
Al término del debate, que casi no puede llamarse así dada la unanimidad en el discurso de los ponentes, Celaá habló sobre el sinsentido de los recortes en ciencia que se han aplicado a los presupuestos generales del Estado. Puedes obtener el discurso completo pinchando aquí, pero voy a extractar las partes que me parecen más interesantes. Celaá arrancó su intervención recordando que “nos encontramos en una encrucijada decisiva para nuestro sistema de Investigación y Desarrollo. Desde el comienzo de la democracia, la I+D ha venido avanzando, despacio, pero en la dirección adecuada”. “Pese a periodos de cierto estancamiento -añadió- universidades, centros de investigación y tecnológicos, así como hospitales, han venido mejorando su producción científica, internacionalizando sus redes de colaboración y ampliando su conexión con la sociedad a la que sirven”.
“La contribución de la investigación científica al desarrollo económico venía mostrándose incuestionable. Sin embargo, las decisiones posteriores a nivel estatal se han encargado de desmentir estas prioridades. El proyecto de presupuestos generales del Estado para 2012 realiza la apuesta contraria, previendo algunos de los recortes más importantes, precisamente en los créditos dedicados a financiar actividades y programas de I+D. El análisis que la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) ha realizado de este proyecto es demoledor: un 25,5% menos que en 2011”. En línea con el pensamiento científico, la consejera de Educación, Universidades e Investigación concluyó: “En la elección de la investigación o de la creación del conocimiento no hay alternativa. Si no tenemos exito, en el horizonte nos espera una Europa hundida en el empobrecimiento”.
Escuchándola he recordado a la mujer valenciana que hizo una colecta, simbólica pero enérgica, para que se mantuviera durante unos meses la investigación en torno a la diabetes, que es la enfermedad que padece su hija. También he pensado en los muchos científicos que vienen alertando de que los recortes en investigación nos pasarán factura. Debería haber un gran pacto político por la ciencia y la salud pública para evitar que en Euskadi, gobierne quien gobierne, los fondos destinados a investigación y desarrollo, si no crecen, al menos se mantengan. Un gran pacto que obligue a los partidos a cumplir todo lo que en el próximo año nos van a prometer en torno a esta cuestión, que seguramente también será mucho. Necesitamos de la ciencia. Y si el consenso llega al extremo de que se alcanza un compromiso a nivel nacional para dar marcha atrás al tijeretazo científico, fantástico. Habrá que verlo, gobierne quien gobierne, aquí y allí.