Esta era la semana del sueño y del agua, pero en Bilbao no hemos hecho otra cosa que hablar del hígado. En el mundo informativo a menudo pasan estas cosas. Dos grandes especialistas, un clínico vasco y una investigadora californiana, nos han recordado la importancia de cuidar un órgano al que, erróneamente, no hacemos demasiado caso; y lo cierto es que con su bienestar nos jugamos la vida. Ambas visitas las hemos recogido en las páginas de EL CORREO, pero hay dos aspectos que me parecía intesante comentar en ‘Pasamos Consulta’.
La científica Shelley C. Lu, autora de más de 142 artículos científicos y cuyos trabajos vienen siendo financiados por los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos de manera ininterrumpida desde 1992, llegó a Bilbao el jueves, invitada por la Fundación BBVA y el centro investigador CIC Biogune, para alertarnos de que «la obesidad es tan perjudicial para el hígado y el colon como el alcohol». Un enfoque fantástico sobre la necesidad de cuidar nuestra principal depuradora. En nuestra mente, siempre figura la idea de que es el abuso del alcohol el que puede dejar hecho trizas el hígado, pero ojo, no sólo. El exceso de peso, la grasa que se acumula a causa de una alimentación desordenada, constituye el «enemigo número uno de nuestra salud». Fue un placer compartir media hora de su tiempo. «Algunos niños comienzan a tener ya signos de cirrosis hepática y de fibrosis», que es un estadío anterior, advirtió la experta, compañera de trabajo de uno de nuestros más eminentes científicos, el profesor José María Mato, director de CIC Biogune.
Las buenas noticias llegaron de la mano del médico adjunto del servicio de Hepatología del hospital Donostia, Juan Arenas Ruiz-Tapiador, que acudió al foro Encuentros con la Salud de EL CORREO para hablar de otro gran problema de salud relacionado con el hígado. De la hepatitis C, que la padecen casi un millón de españoles, la mayoría de ellos sin saberlo, prácticamente no se habla y, sin embargo, supone en la actualidad una espada de Damocles sobre todo para los pacientes con VIH, aunque no sólo. Un millón de pacientes son muchos.
La mayoría de ellos contrajo la enfermedad antes de 1990, como consecuencia de las transfusiones de sangre realizadas antes de que se implantaran en nuestro país los actuales controles de calidad del plasma. Otros, los menos, se infectaron en el vientre de su madre, durante el embarazo y otros muchos por el intercambio de jeringuillas contaminadas. Como la infección sólo se manifiesta pasados 15 ó 20 años desde el contagio, ha sido en los últimos años cuando un importante número de pacientes ha tenido que enfrentarse a ella, muchos de ellos con un fatal desenlace.
Por eso, la aparición de una nueva medicación, que permitirá superar la enfermedad a la mayoría de los afectados, es una de las noticias más importantes de lo que va de año en el ámbito de la salud. «Confiamos en que la hepatitis C se cure en todas sus formas en los próximos ocho o diez años», dijo Juan Arenas en la sesión, patrocinada por Laboratorios Janssen El problema es que aún este nuevo fármaco no ha entrado en la cartera de servicios de la Sanidad pública, ni en Euskadi ni en ningún otro sitio de España. El fármaco está aprobado por la agencia estadounidense del medicamento (FDA), la europea (EMEA) y la española (AEMPS), pero las autoridades sanitarias se están haciendo las remolonas. La crisis aprieta a las instituciones públicas. Esperemos que no tanto como para poner en juego la vida de miles y miles de ciudadanos.