Siempre me he identificado con el inefable cantautor italiano Franco Battiato porque yo, como él, me mantengo en la permanente búsqueda de «un centro de gravedad permanente que no varíe lo que ahora pienso de las cosas, de la gente», aunque también abierto a una evolución y contrario a la costumbre de marcar fronteras.
‘Centro de gravedad permanente’ constituyó el impulso definitivo para el siciliano, hasta entonces circunscrito a un público minoritario, básicamente de su propio país. Aunque hay quien piensa que sus letras se confeccionan como las listas de la compra y que realmente tras ellas no hay mensaje, otros descubrimos una poética espiritual, con referencias a la ciencia, a la aldea global… Es decir, una intelectualidad ecléctica de difícil compresión para las masas. Una entelequia, al fin y al cabo.
Para acceder a cierta dimensión de su obra hay que comprender previamente su personalidad. La canción de la que hablamos hoy puede hablarnos de ella. Se trata de un grito de desesperación del propio Battiato en su búsqueda de la normativa que rige su propio universo.
Este himno de los himnos del veterano transalpino se editó en 1981 y pronto fue reconocido como una pequeña gran joya en la que recupera algo de su etapa de experimentación sonora o de la de beligerancia humanística, derivando hacía un rock progresivo y experimental con influencia de la ópera. Vendió más de un millón de copias.
Trata de dejarnos claro que mantenerse vivo después de vivir es muy complicado y que ser feliz tampoco es fácil tras una existencia tan dolorosa como la de los humanos, muñecos con el centro de gravedad por debajo del centro geométrico. Minimalismo existencial, sin duda, el de Battiato. Siempre en la búsqueda de la integridad y el equilibrio.
Los centros de gravedad permanentes son, según el italiano, personales. Se basan en cosas como la familia o la ideología pasando por la pasión o la religión. Proporcionan un equilibrio mental, emocional y social. Tal vez trasladan el deseo de que nada te aliene el pensamiento.
El videoclip que ilustró la canción tampoco tienen desperdicio. En él podemos observar a Battiato deasafiando la fuerza gravitatoria, o sea buscando su centro de gravedad muy ochentero. Histriónico en su autoparodia se ríe de sí mismo y de todos los que le ven.
Una vieja de Madrid con un sombrero,
un paraguas de papel de arroz y caña de bambú.
capitanes valerosos,
listos contrabandistas noctámbulos.
jesuitas en acción
vestidos como unos bonzos
en antiguas cortes con emperadores
de la dinastía Ming
Busco un centro de gravedad permanente
que no varíe lo que ahora pienso
de las cosas, de la gente,
yo necesito un
centro di gravità permanente
che non mi faccia mai cambiare idea
sulle cose, sulla gente.
over and over again
En las calles era mayo y caminábamos juntos
contando entre bromas manojos de ortigas
no soporto ciertas modas,
la falsa música rock, la new wave española,
el free jazz, punkie inglés,
ni la monserga africana.
Busco un centro de gravedad permanente,
que no varíe lo que ahora pienso
de las cosas, de la gente,
yo necesito un
centro di gravità permanente
che non mi faccia mai cambiare idea
sulle cose, sulla gente.
over and over again
VERSIONES
La interpretación original EN ITALIANO es conveniente verla también.
LA MONJA ENANA firmó asimismo una original y fresca revisión.
FRANCO BATTIATO lleva en el mundo de la música cerca de cincuenta años, en los que nos ha ofrecido más de treinta discos de estilos tan diversos como su propia personalidad. Aunque su mayor éxito lo obtuvo en la década de los ochenta del pasado siglo con canciones como ‘Cuccurucucu’, ‘Yo quiero verte danzar’, ‘Bandera blanca’, ‘’La vía lactea’, ‘La estación de los amores’ o la analizada ‘Centro de gravedad permanente’, sus originales letras han pervivido hasta la actualidad.
Extraño e inclasificable, el siciliano ha conseguido encaramarse a una posición que le describe como uno de los músicos europeos y mundiales más conocidos y respetados por sus seguidores, poseedores de un fervor cuasirreligioso. Battiato, que vive refugiado en la casa de su madre en Catania, a los pies del Etna y lejos de la industria discográfica, ha sabido tejer a su alrededor una leyenda de amor y odio en torno a sus inquietudes y maneras de concebir la música.
Su pop cercano al techno ha sido perfectamente radiable y quizás en eso radica su éxito, a pesar de la dificultad de sus creaciones sobre el cosmos o la inmensidad de cosas, que no podemos comprender.
Su creatividad ha sabido también trasladarse de la música al cine y la pintura, con varias películas y exposiciones de su obra por todo el mundo.