Vivimos rodeados de productos químicos que nosotros mismos fabricamos. Hace unos días vimos como los productos farmaceúticos que se consumían en Suecia contaminaban los ríos de la India pues allí se fabricaban. Ahora vamos a ver otros dos ejemplos de cómo nos autoperjudicamos sin que, al parecer, una tontería así moleste excesivamente. El primer estudio se centra en los alrededores de la Ría de Huelva. Allí, Inmaculada Aguilera y su grupo, de la Escuela Andaluza de Salud Pública, estudian la presencia de arsénico y de metales pesados (cadmio, cromo, cobre y níquel) en la orina de niños y adolescentes de 5 a 17 años. Toman muestras, entre septiembre de 2003 y junio de 2004, a 227 jóvenes que viven en el entorno de la Ría y a 196 de otras zonas andaluzas urbanas menos industrializadas (las otras siete capitales de provincia). Los resultados son sorprendentes: los niveles de metales pesados son iguales en los dos grupos excepto en el cadmio, con una concentración mayor en los jóvenes de las zonas menos industrializadas. Las concentraciones, excepto el cadmio, son habituales en jóvenes españoles y europeos y no parece que proceden de contaminación atmosférica; más bien el origen de los metales pesados está en la alimentación y. más en concreto, en el consumo, abundante en esta zona, de pescado y marisco. Sin embargo y por ahora, los niveles no son alarmantes pero ahí están, los niños y adolescentes europeos tienen una cierta concentración, no muy alta, de metales pesados en su cuerpo.
El segundo ejemplo de nuestro masoquismo ambiental viene de Barcelona y Madrid. Mar Viana y su equipo, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC en Barcelona, han estudiado la presencia de cocaína, heroína, cannabinoides y anfetaminas en la partículas de la atmósfera en los cielos de los campus universitarios de Madrid y Barcelona. Las partículas se consiguen por medio de filtros a través de los que circula aire del entorno durante 24 horas. Se colocan 12 filtros en Barcelona y 7 filtros en Madrid durante diferentes días de la semana, incluyendo fines de semana sólo en Barcelona. Los resultados demuestran la presencia de tres drogas en los cielos de Madrid y Barcelona y de heroína sólo en Madrid, con picos en los fines de semana, y éxtasis en una muestra de Barcelona. Las concentraciones, por muy rápido que queramos respirar, no son peligrosas para la salud. Los autores calculan que hay que respirar entre 32000 y 47000 años para inhalar una dosis de cocaína. Difícil. Sin emabrgo, no conocemos muy bien el efecto que producen estas drogas si se consumen en muy pequeñas cantidades pero en períodos muy largos de tiempo.
*Aguilera, I., A. Daponte, F. Gil, A.F. Hernández, P. Godoy, A. Pla, J.L. Ramos & Grupo DASAHU. 2010. Urinary levels of arsenic and heavy metals in children and adolescents living in the industrialised area of Ria of Huelva (SW Spain). Environment International 36: 563-569.
*Viana, M., X. Querol, A. Alastuey, C. Postigo, M.J. López de Alda, D. Barceló & B. Artíñano. 2010. Drugs of abuse in airborne particulates in urban environments. Environment International 36: 527-534.