La vajilla en la que comemos, los vasos, tazas, platos, cubiertos, cazuelas y demás herramientas para comer, influyen en lo que experimentamos cuando nos alimentamos y en nuestra percepción de alimentos y bebidas, incluso aunque a menudo no seamos conscientes de ello. Así nos lo cuentan Betina Piqueras-Fiszman y Charles Spence, de las universidades Politécnica de Valencia y Oxford respectivamente, que han ideado un sencillo experimento para detectar cómo el color de la taza influye en la percepción para el consumidor del chocolate caliente del que está disfrutando.
Los voluntarios son 57, de ellos 31 son hombres, con edades de 21 a 61 años y una edad media de 25.4 años. Van a catar chocolate caliente en vasos de plástico de 50 mililitros y de colores diferentes: blanco, crema oscuro, rojo anaranjado con el interior blanco y rojo al completo. La bebida que tomarán puede ser azucarada o no. Los voluntarios, en grupos de 10 a 15, se sientan ante una mesa en la que están las diferentes tazas con el chocolate. Se les pide que lo prueben y puntúen según su gusto. Deben indicar si la bebida es dulce o amarga, y calificar su sabor, aroma y cremosidad.
Los resultados demuestran que el color de la taza influyen en la puntuación y se clasifica como mejor el chocolate de la taza rojo anaranjada con el interior blanco, con un 4.6 de media sobre 7, que la taza blanca, que saca la peor nota con un 3.3. En concreto, con el sabor la distinción es parecida, con un 5.5 para la rojo anaranjada frente al 4.5 de la blanca. No hay diferencias apreciables en cuanto al aroma y el dulzor. Y los otros dos colores de taza se puntúan entre el rojo anaranjado y el blanco.
*Piqueras-Fiszman, B. & C. Spence. 2012. The influence of the color of the cup on consumers’ perception of a hot beverage. Journal of Sensory Studies 27: 324-331.