Les propongo un ejercicio: sumen mentalmente doscientos treinta y seis más ciento noventa y cuatro. De inmediato, ojos casi en blanco, mirada perdida en el infinito, ceño fruncido,… y, al poco tiempo, la solución. Lo mismo ocurre si, en vez de sumar, restamos: ojos desenfocados, mirada al infinito, y respuesta. André Knops y sus colegas, […]