Hace unos años, David Amodio y su grupo, de la Universidad de Nueva York, encontraron que los cerebros de conservadores y liberales (al estilo americano, es decir, casi como centro derecha y centro izquierda en Europa) funcionaban distinto. Ahora, Jacob Hirsh y su grupo, de la Universidad de Toronto, en Canadá, han corroborado este hallazgo con técnicas psicológicas.
Amodio asegura que políticos y psicólogos están de acuerdo, quizá intuitivamente, en que, en general, los conservadores tienen ideas más estructuradas y persistentes que los liberales que, a su vez, aceptan mejor la complejidad, la ambigüedad y las novedades. Según los autores, los conflictos entre las ideas propias y la realidad se dirimen en una zona del cerebro, la corteza cingulada anterior. Por ejemplo, si la idea es “no hacer” y la realidad obliga a “hacer”, esta zona de la corteza se activa hasta la resolución del conflicto. Y, añaden, como son los liberales los más dados a admitir cambios, será en su cerebro donde más se active la corteza cingulada anterior. Los resultados demuestran la hipótesis de partida: ante el dilema “hacer-no hacer”, el cerebro de los liberales muestra una mayor actividad. Amodio probó su hipótesis con 43 voluntarios que declararon su orientación política así como su voto a John Kerry o George W. Bush en las elecciones presidenciales de 2004 antes de somterse a varios tests psicológicos. Frank Sulloway, de la Universidad de Berkeley, declaró, después de leer este artículo, que por fin entendía como, en la guerra de Irak, Bush no cambiaba de opinión sobre las armas de destrucción masiva mientras que Kerry variaba su discurso según las circunstancias.
Hace unos días, Jacob Hirsch y sus colegas, de la Universidad de Toronto, han estudiado este diferente funcionamiento del cerebro de conservadores y liberales con métodos tomados de la psicología. Después de dos experimentos con cerca de 600 personas, los autores acaban asignando conservadurismo a resistencia al cambio, escrupulosidad, orden y buena educación; su objetivo es preservar la sociedad existente. Con el liberalismo se asocia el igualitarismo y la compasión; son empáticos y aceptan el cambio.
En resumen, mientras que la arquitectura básica de nuestras motivaciones es la misma en todas las personas, lo que empuja a actuar lo hace con diferente fuerza en cada persona. Aquellas que tienen en equilibrio el sentido del orden y la igualdad de todas las personas, serán políticamente moderadas. Sin embargo, si alguno de los extremos de la balanza pesa más que el otro, la persona tenderá hacia el conservadurismo o hacia el liberalismo.
*Amodio, D.M., J.T. Jost, S.L. Master & C.M. Yee. 2007. Neurocognitive correlates of liberalism and conservatism. Nature Neuroscience doi:10.1038/nn1979
*Hirsch, J.B., C.G. DeYoung, X. Xu & J.B. Peterson. 2010. Compassionate liberals and polite conservatives: Associations of agreeableness with political ideology and moral values. Personality and Social Psychology Bulletin 36: 655-664.