Según Oxley y su grupo, las personas con el voto más conservador reaccionan con una respuesta física mucho más fuerte ante los estímulos que pueden ser dañinos que los votantes más liberales. Se podría pensar que los más conservadores son más dados a defender con fuerza el estatus existente, tanto de las amenazas exteriores como de los cambios que provengan del interior de su propia sociedad. Sin embargo, los autores no conocen cuál es la causa y cuál el efecto: si la actitud política provoca la reacción física o si este tipo de respuesta está en la base de la posición política de las personas.
James Fowler y sus colegas, de la Universidad de California en San Diego, llegan más lejos y aseguran que la decisión para votar tiene un fuerte componente genético. No aseguran el sentido del voto, sino la simple participación en las elecciones. Para ello, estudian la participación en política de 396 gemelos del Condado de Los Angeles y de 806 gemelos de un estudio nacional sobre la salud en los adolescentes. Los autores aseguran que hasta el 53% de la decisión de votar tiene una base genética. Esperaban encontrar que existiera esa base genética, pero no que el efecto de los genes fuera tan potente.
*Fowler, J.H., L.A. Baker & C.T. Dawes. 2008. Genetic variation in political participation. American Political Science Review 102: 233-248.
*Oxley, D.R., K.B. Smith, J.R. Alford, M.V. Hibbing, J.L. Miller, M. Scalora, P.K. Hatemi & J.R. Hibbing. 2008. Political attitudes vary with physiological traits. Science 321: 166-670.