Piercing es, según la Academia de la Lengua, la perforación hecha en una parte del cuerpo distinta del lóbulo de la oreja, para insertar pendientes, aros u otros ornamentos, y deberíamos escribirlo como pirsin, con el plural como pirsines. En fin, por ahora sigamos con piercing. En inglés se considera piercing también la perforación en el lóbulo de la oreja y, por ello, cuando Angie Bone y su equipo, de la Agencia de Protección de la Salud de Londres, estudiaron su prevalencia en la población británica, excluyeron el lóbulo de la oreja. Entrevistaron a 10503 adultos de más de 16 años, y encontraron que 1049 (10%) tenían algún piercing en el cuerpo y que era más común en las mujeres (tres veces más) que en los hombres en los grupos de menos edad: cerca de la mitad de la mujeres entre 16 y 24 años tenían algún piercing.
El piercing más abundante se situa en el obligo (33%), seguido de la nariz (19%), la oreja (excluyendo el lóbulo; 13%), la lengua (9%), el pezón (9%), la ceja (8%), el labio (4%) y el genital (2%). También hay ciertas variaciones con el sexo: los hombres prefieren el piercing en el pezón mientras que las mujeres eligen el ombligo. Y en el genital, los hombres lo prefieren dos veces más que las mujeres.
Hasta el 30% de los piercings presentaban complicaciones para la salud, llegando incluso a necesitar, en una mínima proporción (0,9%), el ingreso hospitalario. Las complicaciones más habituales son hinchazones, hemorragias e infecciones.
*Bone, A., F. Ncube, T. Nichols & N.D. Noah. 2008. Body piercing in England: a survey of piercing at sites other than earlobe. British Medical Journal 336: 1426-1428.