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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Infarto

La estadística de los epidemiólogos lleva censadas más de 250 posibles causas de un accidente cardiovascular. Una de ellas es el aislamiento social. Sarah Knox y Kerstin Uvnäs-Moberg, de los Institutos Nacionales de la Salud de Bethesda, en Estados Unidos, y de la Fundación Karolinska, de Estocolmo, respectivamente, han propuesto dos razones para explicar la importancia del aislamiento social en los infartos: en primer lugar, interactuar con otras personas ayuda, en general, a llevar conductas saludables en la comida y el ejercicio; y en segundo lugar, la compañía de otras personas activa el sistema neuroendocrino y libera hormonas, entre ellas la oxitocina, que bajan la tensión sanguínea y la frecuencia cardiaca, activan las relaciones sociales y la necesidad de tratar con otros.
Sin embargo, no todas las relaciones son buenas para el corazón; por ejemplo, que a uno le rompan el corazón le hace un 34% más propenso a tener un infarto. Roberto de Vogli y su grupo, de la Universidad de Londres, estudiaron este asunto en 9011 británicos, 6114 hombres y 2897 mujeres, con entrevistas e historiales médicos entre 1985 y 1990. Tuvieron en cuenta, además, edad, sexo, estado civil y empleo, obesidad, hipertensión, diabetes y colesterol, afectividad negativa, depresión y estrés en el trabajo, y tabaquismo, alcohol, ejercicio y consumo de frutas y verduras. Teniendo en cuenta todos estos factores es cuando hallaron que el peligro de infarto era un tercio mayor en el caso de tener una relación afectiva difícil.
En resumen, un infarto lo puede provocar tanto la soledad como las malas compañías. Y hablando de soledad, una de las actividades que los humanos solemos hacer sin compañía es defecar y, miren por donde, esta obligada función fisiológica también puede provocar un infarto. El doctor Berko Sikirov, de Bnei Beraq, en Israel, asegura que la postura sentada para defecar, en un retrete normal, es peligrosa y puede provocar un infarto. Al empujar hacia abajo para cumplir con este débito de nuestro organismo lo hacemos con el diafragma, el músculo colocado debajo de los pulmones y que provoca nuestra respiración; esta acción implica que, si empujamos, tenemos que contener la respiración (de ahí el color, primero rojizo y después púrpura, de los estreñidos), y esta maniobra interfiere en la llegada de sangre venosa al corazón. Todo esto puede provocar un síncope y la muerte del sujeto. Según el doctor Sikirov, debemos defecar en cuclillas que es la posición natural según nos lo enseñan nuestros parientes los monos y nos lo legaron nuestros antepasados homínidos.

*De Vogli, R., T. Chandola & M.G. Marmot. 2007. Negative aspects of close relationships and heart disease. Archives of Internal Medicine 167: 1951-1957.
*Knox, S.S. & K. Uvnas-Moberg. 1998. Social isolation and cardiovascular disease: An atherosclerotic pathway. Psychoneuroendocrinology 23: 877-890.
*Sikirov, B.A. 1990. Cardio-vascular events at defecation: Are the unavoidable? Medical Hypotheses 32: 231-233.

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