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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Sopa de pollo

La historia de la Medicina está llena de relatos del uso de remedios populares desde muchos antes de la demostración científica de su eficacia. La ingestión de plantas con vitamina C, la quina y su acción contra la malaria debido a la quinina que contiene, la digitalia con la digitonina, la raíz de Rauwolfia con la reserpina y los humos del estramonio contra el asma son ejemplos de esos remedios populares. O el baño en las aguas de los balnearios, muy utilizado en Europa como tratamiento de las enfermedades del corazón desde hace más de 400 años, mucho antes conocerse que la inmersión en agua caliente mejora el rendimiento del corazón y tiene efecto diurético.
La sopa de pollo es, desde hace siglos, considerada un buen tratamiento contra las enfermedades del tracto respiratorio. Así lo escribió, ya en el siglo XII, el médico y filósofo Maimónides que aseguró que era excelente como alimento y como medicina; con iguales propiedades aparece citada en el Talmud y por el sabio Avicena. También se ha publicado un caso de recaída grave en una neumonía después de un tratamiento con sopa de pollo.
Kiumars Sakethoo y sus colegas, del Centro Médico Monte Sinaí, de Hawai, decidieron demostrar las cualidades terapeúticas de la sopa de pollo con un experimento con quince individuos sanos, no fumadores, con una edad media de 29 años y sin enfermedades evidentes en su tracto respiratorio al inicio del estudio. Como parámetro de la acción de la sopa de pollo, utilizaron la velocidad de producción de moco en la nariz ya que su secreción se considera la primera línea de defensa ante las infecciones respiratorias. Los autores midieron esta velocidad de producción de moco antes y a los cinco y treinta minutos después de beber agua caliente, agua fría y sopa de pollo caliente a sorbos o con pajita. La velocidad de producción de moco se obtiene colocando un disco de teflón de un milímetro de diámetro debajo del cada uno de los agujeros de la nariz y midiendo su desplazamiento en un tiempo determinado, todo ello a partir de una grabación en video.
Bebiendo a sorbos, el agua caliente aumenta la velocidad de producción de moco a los cinco minutos de 6,2 a 8,4 milímetros por minuto; la sopa de pollo, de 6,9 a 9,2; y la sopa de pollo con pajita, de 6,4 a 7,8. Los aumentos son estadísticamente significativos, y en todos los casos se vuelve a los valores iniciales treinta minutos después de la toma del líquido, excepto con agua fría en que la velocidad disminuye de 7,3 a 4,5 milímetros por minuto.
En resumen, los líquidos calientes aumentan la velocidad de producción de moco, quizá por la inhalación de vapor de agua en el momento de la ingestión. Además, la sopa de pollo tiene alguna sustancia adicional que provoca la producción de moco, sea actuando sobre el tracto respiratorio, sea a través de los mecanismos del olfato. Por la bibliografía consultada, es posible que este compuesto lleve azufre.

*Bender, B.S. 2000. The scientific basis of folk remedies for colds and flu. Chest 118: 887-888.
*Caroline, N.L. & H. Schwartz. 1975. Chicken soup rebound and relapse of pneumonia: Report of a case. Chest 67: 215-216.
*Ohry, A. & J. Tsafrir. 1999. Is chicken soup an essential drug? Journal of Canadian Medical Association 161: 1532-1533.
*Saketkhoo, K., A. Januszkiewicz & M.A. Sackner. 1978. Effects of drinking hot water, cold water, and chicken soup on nasal mucus velocity and nasal airflow resistance. Chest 74: 408-410.

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Por Eduardo Angulo

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