Pertenece a la familia de las Liliáceas, recibe el nombre científico de Allium sativum, procede del Asia central y es un condimento muy popular para aromatizar estofados, asados y otros sabrosos platos. Estimula los jugos digestivos, contiene las vitaminas B y C y es un reconocido hipotensor.
Desde siempre, el ajo ha tenido fama de amuleto para repeler el mal. Según tradiciones y leyendas, el ajo actúa poderosamente contra la oscuridad y todo lo que, ocultándose en ella, busca el mal. Brujas, demonios, el mal de ojo, los vampiros y la misma muerte son derrotados por la sola presencia del ajo. Y de vampiros trata este texto.
A principios de los noventa, Hogne Sandvik, médico de Bergen, en Noruega, decidió investigar, según él mismo nos lo cuenta, si era cierto y en qué medida el ajo repele a los vampiros. Como éstos, aunque existen en gran cantidad en el sudeste de Europa (consultar el libro Drácula, de Bram Stoker), escasean en Noruega, el doctor Sandvik, junto a su colega Anders Baerheim, deciden utilizar el material experimental que tienen más a mano, con tal de que chupe la sangre. En conclusión, eligen sanguijuelas. Ya utilizaban estos bichos en técnicas de microcirugía y habían notado que, a veces, no cumplían bien su labor, es decir, se negaban a chupar sangre. Para estimular su apetito utilizaron varios remedios como, por ejemplo, sumergirlas en cerveza (de las marcas Guinness Stout o Hansa Bock) o esparcir crema ácida y ajo sobre la zona en la que tienen que chupar. Los resultados se publicaron en 1994 en el British Medical Journal y en el Journal of Norwegian Medical Association.
Como material biológico, o sea, a quien le chuparían la sangre, fue elegido el antebrazo del doctor Sandvik y el tiempo que se concedió a las sanguijuelas para que iniciaran su trabajo fue de 300 segundos.
En primer lugar, el experimento con la cerveza. Sumergen las sanguijuelas en Guinness Stout, en Hansa Bock y en agua como control. Al salir del baño de cerveza se observa que las sanguijuelas cambian su conducta, balancean la parte anterior del cuerpo, pierden el equilibrio e, incluso, caen de espaldas. Las que han pasado por Guinness muerden después de 187 segundos; las de Hansa, en 136 segundos; y las que sólo han pasado por agua, en 92 segundos. En resumen, la cerveza no sirve para nada en relación con los objetivos de esta investigación aunque, parece evidente, las sanguijuelas parecen contentas.
Con la crema ácida, los resultados son similares y las sanguijuelas no muerden más ni más rápidos. Eso sí, al devolverlas a sus recipientes, parecen enloquecer e intentan morder las paredes con frenesí.
Y nos queda el ajo. Cuando se colocan las sanguijuelas en el antebrazo del doctor Sandvik, y este ha sido previamente untado con ajo, comienzan a retorcerse y ni siquiera adoptan la postura habitual para comenzar a morder. Se las traslada rápidamente a un recipiente con agua, pero no se recuperan y a las dos o tres horas mueren. En ese momento, los doctores Sandvik y Baerheim suspendieron el experimento por razones éticas.
En conclusión, el ajo repele a los chupadores de sangre, y los mata. Es un buen principio para un futuro experimento con vampiros.
*Baerheim, A. & H. Sandvik. 1994. Effect of ale, garlic, and soured cream on the appetite of leeches. British Medical Journal 309: 1689.
*Baerheim, A. & H. Sandvik. 1999. Effect of ale, garlic, and soured cream on the appetite of leeches. Universitetet i Bergen. http://www.uib.no/isf/people/doc/leech.htm
*López Larramendi, J.L. 1989. El ajo. Su historia, variedades, virtudes medicinales y cocina. Ed. Edaf. Madrid. 124 pp.