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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Serpiente de cascabel

Un misionero médico publicó en 1986 un artículo en la revista Lancet asegurando que un shock eléctrico era una buena terapia en el tratamiento de los ataques de las serpientes venenosas. El método alcanzó difusión y popularidad en Estados Unidos, a pesar de la falta de datos médicos sobre su fiabilidad y eficacia.
Años más tarde, en 1991, Richard Dart y Richard Gustafson, de la Universidad de Arizona en Tucson, relataron un caso que había llegado a sus manos para su tratamiento que demostraba la ineficacia e incluso la peligrosidad de la técnica del misionero. El paciente había sido mordido por su mascota, una serpiente de cascabel (Crotalus viridis lutosus), cerca de su labio superior (¿cómo? ¿haciendo qué?). En su historial aparecía que, previamente, su mascota le había mordido 14 veces. Enterado del método del electroshock, el dueño de la serpiente decidió aplicárselo la siguiente vez que su mascota ejerciese sobre él su conducta habitual de defensa y ataque. Cuando por fin ocurrió, se conectó con unos cables a la batería del coche y se dió una descarga que, como era de esperar, provocó su desvanecimiento inmediato. Permaneció cuatro días ingresado en el hospital y salió bien del ataque de la serpiente tras la administración del acostumbrado suero antiveneno, pero necesitó cirugía reconstructora en el labio superior.

*Dart, R.C. & R.A. Gustafson. 1991. Failure of electric shock treatment for rattlesnake envenomation. Annals of Emergency Medicine 20: 659-661.
*Schmutzhard, E. 1986. Electric shocks for snake bite. Lancet 2(8506): 578.

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