En esta ocasión, os escribiré sobre un mal compañero de viaje, que todos solemos llevar en nuestra mochila en mayor o menor grado.
La ira es una emoción que puede ser desde un pequeño enfado, como una reacción de rabia.
Debemos comprender que la ira suele ser un sentimiento desfavorable, bajo los efectos de la ira llegamos a perder la conexión con la realidad.
Cuando padecemos una taque de ira (con razón, o sin ella) solemos olvidarlos derechos de los demás a que los demás también tienen derecho que les respetemos sus ideas, debemos saber que los mal entendidos, se resuelven exponiendo ideas, nunca imponiéndolas, también debemos comprender que los demás pueden opinar diferente.
Se trata de una emoción, o sentimiento completamente normal, generalmente sana, pero que si perdemos el control, puede generarnos problemas y llegar a ser destructiva.
Realmente la ira es una emoción muy variable en intensidad, esta emoción genera cambios fisiológicos y biológicos, cuando nos enfadamos llega a aumentar nuestro ritmo cardiaco, al igual que nuestra presión arterial, también aumentan los niveles de adrenalina, como los niveles de noradrenalina.
La ira puede ser provocada por una determinada persona, algo que nos suceda en nuestra vida cotidiana, generarla por nuestros propios pensamientos, hasta nos la puede provocar simplemente, recordar algo sucedido en el pasado.
La ira, la solemos expresar respondiendo con agresividad, es una respuesta defensiva contra ataques recibidos (reales o imaginarios).
Las normas sociales y las leyes nos ponen límites a nuestras reacciones irascibles.
Para luchar contra la ira, la solución habitual, es primero expresarla, así la eliminamos, acto seguido nos calmamos, pero esto lo hemos de hacer siendo respetuosos con nosotros y con los demás, como exigimos que los demás sean respetuosos con nosotros.
Existe un segundo sistema para eliminar la ira, (quizás mejor que el anterior) que consiste suprimirla, transformándola o redirigiéndola, centrándonos en algo positivo que realizar.
La misión consiste en transformar esa ira y convertirla en algo constructivo, aunque este tipo de comportamiento es positivo, puede ser también peligroso y generarnos una depresión.
Otra solución, es simplemente, calmarse, lo difícil es conseguirlo.
Realmente es imposible eliminar o simplemente reducir los motivos que nos hacen despertar a nuestra ira, pero como decíamos antes, si podemos, deberíamos intentar controlar nuestras reacciones.
Para saber si sabes controlar tu ira adecuadamente puedes realizar el siguiente test.
Existen personas que se enfadan con más facilidad que otras, unas personas muestran su rabia espectacularmente, en cambio otras se aíslan, se lo guardan para ellos y llegan a enfermar por ese motivo.
La causa de la ira puede ser genética o fisiológica, los antecedentes familiares tienes gran importancia.
Los psicólogos, consideran que dejarse llevar por la ira, desencadena más ira y agresiones, cosa que no sirve de nada, es mejor analizar el motivo por el cual nos ponemos irascibles y buscar soluciones para evitar salirnos de nuestras casillas.
Si consideras que eres una persona demasiado irascible quizás sea conveniente que solicites ayuda profesional para encontrar la manera de regular esa ira.