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Cataluña, democracia y solidaridad

¿Cataluña? El problema es de ley y democracia, se dice. ¿Sí? 20160822_200312.Cjpg

Pero si el problema es el sujeto (pueblo-sociedad-población) en que esa democracia va a ser vivida. En el momento que un sujeto (pueblo-sociedad-población) no quiere compartir su democracia (soberanía) con otro-otros, sólo queda de la ley a ley, negociando políticamente. Por eso que estas reflexiones democráticas de principio son primordiales, pero obvian lo concreto del “espacio social y territorial” en que los partícipes se comprometen a respetarlas. Roto el espacio territorial y social, necesitan de la negociación política. Por eso que el buen político tiene que adelantarse cuando ve que peligra compartir el sujeto-pueblo-sociedad, o intentar recomponerlo cuando no lo ha hecho antes, pero hacer mutis por el foro en esta clave, no sirve ni en la acción ni en la reflexión política. Porque, además, tiene que saber que sus adversarios (Puigdemont-Junqueras) van a utilizar sin reparo moral la oportunidad de poner a su favor ese nuevo sujeto (pueblo soberano) o sustituir al gobernante por incompetente (Rajoy vs. Sánchez o Iglesias). Pero, en fin, la cuestión primera es que hay un nuevo sujeto (nación-pueblo-sociedad-población) y la democracia soberana la reclama dentro de sí. Éste es el problema previo que no puede aparcarse en la reflexión política sobre la democracia: los jueces, pueden hacer un ejercicio distinto, pero los políticos y los profesores, no.

 

Personalmente le doy importancia decisiva a la solidaridad de los pueblos que comparten de tiempo pactos, habla, ayudas mutuas y origen familiar en buena parte de su población… pero la solidaridad, ya se sabe, es un concepto ético que “prima facie” sólo obliga en conciencia, y ésta es de cada uno. Lo que prima es la querencia por ser solidarios, si acaso, con “los nuestros”, y si cambia el sujeto, “los nuestros”, cambia la conciencia de sus destinatarios preferentes. Y cambia lo que de la solidaridad pasa a ser de justicia hecha ley común. Yo lo vivo, por tanto, como un problema democrático, sí, y de solidaridad, también. Como lo vivo en la relación internacional con los pueblos más pobres. Al final es pasar de compartir unos presupuestos (deben ser más democráticos y justos, lo sé) a compartir el 0.7 de AOD. Así vivo la ética en esta situación política entre la democracia y la solidaridad.

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