Una Misericordia et misera para calmar la tormenta
No me ha entusiasmado el texto de la Carta Apostólica Misericordia et Misera; bien, breve y buen recuento de intenciones y propuestas para la vida pastoral de la Iglesia y para la vida cotidiana de los cristianos, pero sin la fuerza ética y social que esperaba. Entiendo que hay varias manos en la redacción, porque el fondo y la forma fluctúan demasiado. La claridad y radicalidad de la primacía de la misericordia sobre la norma, en el perdón y como gracia de Dios, muy reconfortante; y su finalidad, la rehabilitación de la dignidad de las personas, muy clara. Las idas y venidas sobre el Sacramento de la Reconciliación (Confesión), un tanto obsesivas en relación a una visión de conjunto de la misericordia de Dios.
Pero lo que menos me agrada, y esto sí que me parece de Francisco, son las referencias a la mujer en el título (misera: la miserable) y en los dos primeros números, la adultera de Jn 8, 1-11 y la pecadora-prostituta de Lc 7, 36-50. Sinceramente, creo que no debió preferir estas referencias a la mujer, en un contexto cultural y católico tan marcado por su subordinación. No acierta. Mejor evitarlas en el pórtico de una Carta Apostólica. Me dirán que ¡basta de lo políticamente correcto!, y diré, que sí, pero siempre contra las mismas. Además, la exégesis científica prima otros significados. Debieron elegir la traición de Pedro a Jesús y su perdón. En conjunto, correcta, pero… lo dicho. Podemos mejorar.