Amiga Isabel, ocupado en urgencias personales, no he tenido tiempo para atender a esta cuestión que planteas. Me importa mucho a título personal y social. Yo creo que tú orientas bien el tema. El terrorismo es terrorismo, y no hay justificación posible. Además, todo tu celo por la libertad de expresión lo comparto, y todas las sospechas de que nos equivoquemos al regularla, también. Más vale pecar de largos que de cortos en asuntos de libertad de expresión. Las democracias tienen, sin embargo, que regular algunos límites de la libertad de expresión pues concurre con el ejercicio de otros derechos fundamentales entre los ciudadanos. Las personas son absolutamente respetables, las ideas y creencias son absolutamente discutibles.
Pero de hecho van juntas, y no es tan fácil separarlas, por eso que la democracia puede poner límites a la libertad de expresión y tribunales que valoren los casos extremos. No veo por qué es más democrática y justa una sociedad que sacraliza la libertad de expresión y banaliza el derecho a un trabajo digno o unas oportunidades de vida digna para los niños. Y algo de esto pasa. Eso sí; nadie, nunca, puede tomarse la justicia por su mano porque es terror puro y duro.
En suma, en cuanto al derecho o plano jurídico, si la ley no dice nada en contra, o los tribunales no lo han considerado hasta hoy, poco que discutir; las ideas y creencias son absolutamente discutibles. Sólo la ley puede decir cuando la crítica o la broma pone en peligro cierto y grave otros valores sustantivos de la convivencia social y la persona. En caso contrario, la repuesta es terrorismo, por muy ofendido que me encuentre. En cuanto al valor moral de Charlie Hebdo –que no el jurídico y según la ley de Francia-, yo no podría trabajar en esa revista, ni ejercer mi libertad de expresión de ese modo, ni decir como lector que me gusta su ejercicio de la libertad. Yo les diría esto: diga usted lo que cree que puede decir, pero no me pida que no piense que hace un uso perverso de su libertad moral de decir. La libertad de expresión puede ser moral como procedimiento e inmoral por su resultado. Este es el caso de Charlie Hebdo a veces.
Un dibujante de ‘Charlie Hebdo’: “Vomitamos sobre toda esta gente que ahora dice que son nuestros amigos”. Es una opinión aislada, pero lo suponía; de ahí las distinciones que propongo, Isabel. De hecho, cuando vi la portada referida a la Trinidad, -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en una relación sexual completa y por detrás-, no me molesté especialmente, pero vi claro que lo mejor (la libertad de expresión) también puede utilizarse para lo estúpido y soez. Lógicamente, no dije ni voy a decir que yo soy la revista. Sí voy a decir que han muerto a manos del terrorismo ideológico y político yihadista. Esto es así y lo rechazo una y mil veces, incondicionalmente.