Sobre el Ébola, expreso dos ideas que me estallan en la cabeza. Una, que el Ébola no lo vamos a abordar con determinación mientras no alcance a nuestras sociedades ricas. Es la única parte positiva de lo que está pasando. Lo temo, no lo deseo, pero así de cruel es la situación de injusticia entre los pueblos. Y la otra convicción gustará menos y acepto los reproches. Creo que los religiosos misioneros -y la iglesia en ellos- no han (hemos) acertado ¡Evangelio en mano! pidiendo estas repatriaciones. Hablo sin señalar a personas concretas. Las palabras de la Iglesia -leo a los Obispos españoles en África ante el Domund y su “todo por la gente de esos pueblos”- hoy me cuestan demasiado. Ha sido duro para mí. Lo comprendo, seguramente yo lo pediría en su situación, pero ¡Evangelio en mano! no estaría acertando. Como Iglesia, como gente de fe encarnada en la vida del pueblo más pobre, no hemos acertado.