El Obispo Uriarte ayuda
Creo que hay mucho subjetivismo en todo esto. ¿Las palabras de Uriarte hacen bien a las víctimas? A bastantes sí, y a muchas, no. ¿Debe callar por esto? ¿Creen que no lo ha valorado? ¿Las víctimas no se pueden equivocar sobre por dónde seguir? Sus palabras, las de Uriarte, ¿ayudan a serenar el ambiente? Sí, sin duda; en lo posible, sí. ¿Son esperadas por los violentos para su conversión? Bastantes no las echan en saco roto; son como una gota de agua en una roca, o sobre tierra, quién lo sabe. Si comprueban el discurso de muchos radicales y/o violentos, hoy, apelan a valores que ayer ni soñábamos en su boca. ¿Son esas palabras de Uriarte la opinión de la iglesia en el recorrido? No lo sabemos. Mucha gente en la Iglesia piensa así. ¿Los obispos? En Vitoria, sí; los otros no sé; que lo digan; parece que no, pero Bilbao, no habla, y San Sebastián, dos ideas morales muy aisladas de un proyecto pastoral. ¿Ha consultado Uriarte la oportunidad como emérito? Si cree en conciencia que debe hacerlo, debe hacerlo, y si alguien cree que no, que se lo prohíba; si puede, ¡qué no todo se puede! En el límite, siempre prima la conciencia. Uriarte con esas palabras, – se dice -, a nadie ayuda, a sus hermanos perjudica y a muchos altera. Pues no, a muchos ciudadanos ayuda, a muchos hermanos no perjudica y a muchos no nos altera. Por tanto, hay muy distintos pareceres. La primera inquietud, la del sentimiento de las víctimas es la de más peso, y la que más hay que sopesar para acertar; no es fácil; hay distintas opiniones entre ellas; no pocas desconfían de toda palabra moral que no sea “asesinato, castigo y pecado”, y no es justo; no es fácil hablar, pero hay que discernirlo todo en verdad, justicia, dignidad, y seguir tras la reconciliación. Ninguna iglesia puede renunciar a esto. Lo dice uno que tampoco lo ve todo como Uriarte ni en cuanto a lo sucedido ni en cuanto a la salida moral. Uriarte ayuda y mucho.
J. Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete
Vitoria-Gasteiz
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