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El nuevo cardenal de la Iglesia española

            El nuevo cardenal de la iglesia española, D. Fernando

 

Todos callamos y no hay medida más sana para el psiquismo. ¿Para el alma? No tanto. Yo, si él está contento, lo respeto. Me parece que es mayor para volver al primer plano de la vida eclesial. Nos cuesta irnos, y si nos tientan, más. Lo llaman servicio. No estoy seguro. Me hace pensar sobre qué espera Roma de la Iglesia española, y nosotros qué hemos de esperar de ella.

D. Fernando ha representado un pensamiento teológico y pastoral de primer nivel en el episcopado español. Es sólido y plenamente actual. Como persona, no lo he tratado; solo lo conozco por los escritos. Dicen que es honesto pero autoritario; otros, que solo “aragonés”.

No lo sé. En los escritos es argumentativo y riguroso, pero, en bastantes afirmaciones, – cuando concreta su teología dogmática, social y moral -, es tan firme que cae en la cerrazón pura y dura. La misma voluntad de verdad incondicional ve en la moral del aborto, que en la enseñanza religiosa católica en la escuela, que en varios otros aspectos discutibles de la laicidad sana. Para él, no hay discusión. Y vaya si la hay.

Ya digo, respeto su alegría por el nombramiento. Quiero creer que se apunta al valor de otra etapa, no tan lejana, de la Iglesia española, en la que D. Fernando era mucho D. Fernando. Lo agradezco, Papa Francisco, pero con la Evangelii gaudium en la mano, me sabe a poco.  Por decírselo  suavemente.

 

J. Ignacio Calleja (Vitoria-Gasteiz)

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Dos días después, esto:

Fernando Sebastián: “Todas las mujeres que quieren abortar lo que buscan es quitarse del medio a sus hijos para disfrutar de la vida. ¿Cuántas niñas hay que quieren abortar por ser violadas? Esa es la pregunta. De los 120.000 abortos al año ¿cuántos son por violación? Este debate esta pervertido. Nadie quiere reconocer la verdad que es que se está matando a un niño que empieza a vivir en el vientre. El aborto es matar un niño y nadie quiere mirar al frente. Esta hipocresía está pervirtiendo las conciencias”. Si lo cree en estos términos exactos, ¿por qué cobra él un salario de un Estado que lo permite? ¿Por qué trata amistosamente con sus autoridades? ¿Cómo es que duerme en paz en una residencia con buen clima? ¿No tenía que estar en la calle, ejerciendo del deber de resistencia día y noche contra los supuestos asesinos y el Est…ado que lo consiente, en la persona de los más inocentes? ¿Cree que cumple con el sagrado deber de dar la vida por ellos, si preciso fuera, solo por responder con rotundidad a una entrevista o a mil? ¿Cómo acepta ser cardenal de un Estado (la Iglesia) que reconoce y pacta con todos los Estados, el español entre ellos, donde esa masacre de niños inocentes asesinados, – según sus palabras -, es permitida? ¿Cómo se reconoce en ciudadano de esos Estados y de sus democracias? Me parece que todos entendemos lo que quiere decir, – con la verdad fundamental a la que apunta -, pero en el decirlo, es un bárbaro moral, es decir, temerario y cruel. Lo siento de veras.

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