“Rubén Múgica, hijo del dirigente socialista Fernando Múgica, asesinado por ETA, ha dicho hoy que le gustaría que al etarra arrepentido Valentín Lasarte “lo atropellara un camión en cuanto pusiera un pie en la calle y pasara la verja de la cárcel”.
No estoy de acuerdo; estos sentimientos no son humanos; es así; las cosas por su nombre; han pasado años como para no declarar esto y así; no cuenten conmigo para compartirlos y rubricarlos. Yo entiendo casi todo, y me lo explico casi todo, pero justificarlo, no.
Claro que entiendo lo que es el dolor y la justicia, y entiendo que una víctima o mil no participen de interpretaciones de la ley como la que favorece a Valentín Lasarte. Pero expresar ese odio, con esa crudeza… le llaman sinceridad, pero a mí no me convence, y para confiar como persona, ¡uff! Por cierto, ¿quién lleva el camión?
Sé que sólo son palabras, y las palabras son palabras, ni más ni menos que palabras, pero ¡uff! Las personas somos prisioneras de nuestras palabras. Creo que Rubén Múgica se debe a sí mismo un punto de humanidad que no es traición a su padre.