El papa Benedicto XVI ha recibo hoy, lunes, en el Vaticano a los tres cardenales que investigaron el escándalo “Vatileaks”, el español Julián Herranz, el italiano Salvatore De Giorgi y el eslovaco Jozef Tomko, informaron fuentes vaticanas. De ellos es el informe que ha podido precipitar la decisión del Papa, – y según no pocos -, convencerlo de que se requiere de “otro” más “fuerte” que afronte sus consecuencias.
Viendo cómo evolucionan las cosas, allá va mi apuesta. Este informe se va a conocer “progresivamente” en un plazo de tres o cuatro años. Siempre, claro está, en dosis “adecuadas”. Y es que todo tiene “un precio” y encuentra su “filtro” y su “interés”. En la época de la informatización masiva e internes, casi nada es secreto en cuanto sale de nuestra conciencia. Por eso, y por razones de honestidad, – primero, por esto -, la última decisión de Benedicto XVI debiera ser “darlo a conocer” y asumirlo como Iglesia.
A esto me refiero cuando digo que estamos como Iglesia de secretos al borde del “crak”, y no, a si hay que cambiar esto o aquello sobre el celibato y demás normas disciplinarias. Esto es muy secundario. Quienes creen que hablamos de estas medidas menores, se equivocan en las necesidades de la Iglesia Católica para estos momentos. No creo que Benedicto XVI lo haga, pero todavía quedan días, y sorpresas tan dolorosas como necesarias. Yo espero esta y no la descarto todavía. A ver si acierto.
Y por cierto que esto nada tiene que ver contra las personas, – en un afán punitivo y justiciero -, sino con mejorar nuestro futuro como Iglesia de cristianos, con nosotros muy arriba o muy abajo; esto es secundario; tanto más, si arriba y abajo lo determina el “servicio”. “Entre vosotros, el quiera ser el primero que sea vuestro servidor…”. Paz y bien.