Me gusta “este argumento” y lo comparto, hoy, día mundial del derecho universal a la alimentación.
“… por último, la investigación científica para el tratamiento de la desnutrición infantil ha sido una de las más fructíferas en las últimas décadas… nos encontramos hoy con los alimentos terapéuticos listos para su uso, un instrumento infalible para hacer retroceder la desnutrición. Estos alimentos no requieren hospitalización, algo crucial en países donde las madres tienen una media de seis hijos y no pueden permitirse desatender a sus otros pequeños para ingresar junto al hijo enfermo. Consisten en un concentrado calórico y de micronutrientes distribuido en sobres que no necesitan agua (que podría estar contaminada) para su consumo. Un tratamiento completo para salvar la vida de un niño cuesta solo 40 euros. Se calcula que tratar a todos los niños con desnutrición severa que hay en el mundo costaría 9.000 millones de euros al año, apenas el 10% de la Ayuda Oficial al Desarrollo de los países de la OCDE. Es barato, fácil de producir y distribuir, fácil de utilizar. Pero hoy solo uno de cada 10 niños desnutridos tiene acceso a él. No es necesario reinventar la rueda. Podemos empezar por ampliar masivamente el alcance de este tratamiento. Este es el reto al que gobiernos, donantes, organizaciones humanitarias, sector privado y ciudadanos deben ahora, ya, responder.
ecesitaremos la voluntad y la visión política para entender que vencer el hambre es factible. Quizás sea este el único legado que seamos capaces de transmitir a las futuras generaciones. Erradicar el hambre es una misión posible”.
Olivier Longué es director general de Acción contra el Hambre