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Ante la reforma laboral, la aportación del “pensamiento social cristiano”

 

 

Ante la “reforma laboral”, la aportación del “pensamiento social cristiano”

 

 

“Dadles vosotros de comer… y comieron todos hasta quedar satisfechos”, Mt 14, 13-21

¿Acaso soy yo guardián de mi hermano?, Gn 4, 9

“No podéis servir a Dios y al dinero”, Mt 6, 24/Lc 16, 13

“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, Mt 6, 11

 

 

 

 

1. Consideremos, ahora, la reforma laboral, en cuatro claves[1].

 

 

Cuatro claves principales selecciono:

 

a)    Se debilita mucho la NEGOCIACIÓN COLECTIVA: pierde mucho peso del lado de los trabajadores. Razones:

 

–       La negociación colectiva pierde mucho peso, en la pequeña y mediana empresa, (hasta 50 trabajadores, el 97% de nuestras empresas), al primarse el convenio de empresa, de mutuo acuerdo, frente al de sector o territorio. Por tanto, puede negociarse en ella, pero sin la presión sindical del sector provincial.  

–       Esta negociación colectiva pierda peso, también, pues la empresa puede descolgarse, no sólo de mutuo acuerdo, sino unilateralmente del convenio de sector, o de empresa, forzando el empresario, en caso de no acuerdo, el laudo arbitral, (Art. 41, 2), si determinadas circunstancias (caída de ganancias, o pérdidas), lo requieren (“situación económica negativa”).

–       Pierde también peso, pues si no hay nuevo acuerdo, el convenio colectivo vigente, caduca dos años después de expirar (ultraactividad). Por tanto, no se puede evitar este final.

–       Pierde también peso, porque los ERES (expediente de regulación de empleo, para reducir la jornada laboral o suspensión temporal del contrato a un colectivo, o definitiva) se facilitan mucho, y en consecuencia, el despido procedente; por tanto, sin necesidad de autorización administrativa y sin acuerdo previo de las partes; basta consultar a los trabajadores y, cumpliéndose unas condiciones, se aplica; y, tras aplicarlo, en el desacuerdo, al juez de lo social.

 

b) SE FACILITA y ABARATA mucho el DESPIDO; y además, es fácil convertir todos los despidos en procedentes, el más barato.

 

–       Esto se puede explicar mejor, diciendo que el despido improcedente, pasa de 44 a33 días por año trabajado, hasta un máximo de 24 meses y no de 42; y el procedente de 33 a20 días por año, hasta un máximo de 12 meses; y para que sea procedente, por ejemplo, por causas objetivas de tipo “económico”, –se refiere al colectivo, lo recién dicho de los ERES -,  basta que se den unas condiciones en el descenso en las ganancias o ventas (persistente: tres trimestres consecutivos), y más aún, perdidas (pérdidas actuales o previstas: difuso), para que se legal. También son causas objetivas, las “necesidades técnicas, organizativas, o de producción”. (Por tanto, no se prima el improcedente, como antes, sino el procedente, y es el trabajador el que irá al juez de lo social si cree que es improcedente).

–       El despido puede afectar a los funcionarios de la administración pública, en caso de déficit de esa administración. Habrá recortes de personal.

–       No cambian las condiciones por desempleo. El gobierno quiere que se les pueda exigir servicios sociales.

 

c) Cambios en la contratación. NUEVOS CONTRATOS: Hay un “contrato indefinido de apoyo a los emprendedores”, en empresas de menos de 50 trabajadores, con un año de prueba, y sin indemnización por despido en ese año. Tendrá “ayudas públicas” importantes, durante tres años, para jóvenes desempleados, menores de treinta años. También hay otros supuestos de “bonificaciones” para mujeres y mayores de 45 años. (No confundir con el contrato de formación y aprendizaje, que ya existía, y que pasa en su límite de los 25 a los 30 años, y que, con condiciones, puede repetirse en otra tarea en la empresa.

 

 

d) Fuerte incremento de la FLEXIBILIDADA INTERNA a las empresas, “a discreción” de las empresas, tanto por el camino de la movilidad funcionalgeográfica, como por la modificación sustancial de las condiciones de trabajo (modificación de la jornada de trabajo, el horario, el salario y el sistema de retribución), por apelación más fácilmente a causas económicas y técnicas de organización de la producción.

 

Podrá intentarse más fácilmente la rebaja de salarios, pero no es fácil lograrlo. Será más fácil el despido procedente de los que faltan al trabajo, a veces, con razones justificadas.

 

 

2. LO QUE DICEN los DEFENSORES y los ADVERSARIOS de la reforma laboral. Lo que dicen algunas voces de la Iglesia sobre esta reforma laboral. Mi conclusión.

 

A) Antes de seguir, escuchemos lo que dicen los defensores de esta reforma laboral, pues así será más fácil percibir las diferencias con la DSI y por qué.

 

– La reforma, según sus defensores, ¡hago síntesis de la posición gubernamental!, impulsa(rá) la creación de empleo, (al menos en el futuro, dicen los más prudentes), pone fin a la dualidad del mercado de trabajo, establece mecanismos efectivos de flexibilidad interna en las empresas para que el despido sea la última alternativa del empresario, moderniza la negociación colectiva para acercarla a las necesidades de empresas y trabajadores, la hace más competitiva para el futuro, y bonifica el empleo de jóvenes y desempleados.

 

Sigo con los argumentos de sus defensores. Nada creará empleo neto per se, si las empresas no tienen más demanda y crédito que en la actualidad, pero la recuperación cuando llegue, no crearía empleo si no se han reducido los obstáculos en “inflexibilidad laboral”. En cuatro años, sólo por la reforma, un 4% de reducción de paro, según Banco España (previsión).

 

– Rajoy, – dicen otros -, debe mantenerse firme en lo laboral, y, a la vez, aminorar el ritmo de la austeridad, para ceder espacio a medidas que supongan un estímulo al crecimiento. La huelga era contra el decrecimiento, no contra la reforma laboral, y si es firme en las dos ideas, habrá empleo para jóvenes, esto debe perseguir. Otros países, como Gran Bretaña y los Escandinavos prueban que es posible este camino.

 

            – España siempre sale tarde de las recesiones por la inflexibilidad del empleo, y, todavía, la prueba es que han crecido los salarios reales a la par que el desempleo subía un 10%; y el coste laboral por hora trabajada y los costes laborales unitarios, incluyendo productividad, han crecido más que en Europa. La dualidad del mercado es tal que sólo se ha creado y perdido trabajo temporal, o casi; los temporales pagan, con su despido y desempleo, tanto las demandas salariales de los indefinidos como la indexación semi-automática de los salarios con la inflación y no con la productividad. El caso extremo ha sido el de España que, con una caída del PIB similar a la de Italia, ha destruido cinco veces más empleo, lo que es realmente escandaloso. Y este paro absorbe en “prestaciones” el 4% del PIB, lo cual resta inversión, claro (De la Dehesa)[2].

 

 

B) Y ahora escuchemos a sus detractores:  

 

* La reforma laboral es inútil para lograr los objetivos que se establecen: no puede crear empleo, mientras no crezca la economía, y no lo hará con estas políticas de ajuste y recortes; sólo es un experimento, por si acaso; más bien, una forma de aprovecharse desde el capital.

 

La reforma es, además, injusta: desequilibra las relaciones laborales en favor de una de las partes y, aprovechando la coyuntura económica, reduce para siempre los derechos de los trabajadores.

 

Puede terminar en una litigiosidad extrema que la inutilice.

 

* Es injusta e inconstitucional, en tres supuestos fundamentales:

 

—El derecho al trabajo (artículo 35), frente al “contrato por tiempo indefinido de apoyo a los emprendedores”

—El derecho a la negociación colectiva (artículo 37)

—El derecho a la libertad sindical (artículo 28)

 

 

* La reforma es injusta. En una sociedad justa, la equidad tiene que presidir el reparto del bienestar, y también su creación; la libertad humana no puede perderse al contratar un trabajo, y con la reforma, pasa a ser una quimera. Reformar no es adecuar la ley a una realidad económica socialmente injusta, sino combatirla. Está claro, el fin último es abaratar los salarios.

 

 

C/ La Iglesia en la DSI: El camino de los principios morales está trillado. Veamos algunos principios morales de carácter económico y laboral:

 

            Y ¿qué dice la DSI de la economía y de trabajo humano? Todos lo sabemos en cuanto a los principios: “la persona es el autor, el centro y el fin de la vida económica”, “la persona es la medida incondicional de la dignidad del trabajo”, “la primacía del trabajo humano sobre el capital es incontestable”, “el trabajo nunca  es una mercancía ni una medio de producción más”, “un trabajo decente es el modo, hoy, más normal de participar en el destino universal de los bienes creados”, “la propiedad es una institución social subordinada a ese destino universal de los bienes creados y al derecho al uso común de los mismos”, “el fin primario de la economía es satisfacer las necesidades humanas de todos, y especialmente de los pobres”, “la participación económica constituye un criterio objetivo de la moralidad de un sistema”, “la preferencia por los pobres, hecha promoción de la justicia social, es un presupuesto inequívoco de la vida cristiana”, “el mundo entero, incluido el económico, merece una actitud afirmativa del cristiano, porque Dios es su Creador y, en Jesucristo, su Salvador”.

 

En cuanto a los derechos laborales en concreto, la DSI repite la relación general de exigencias en nuestra cultura económica (Compendio 301). Destaco, ahora, el derecho a un trabajo digno o “decente” (CV 63); la justa remuneración del mismo o, en fórmula clásica, el derecho a un salario justo, significa que “permita al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual” (Compendio 302), teniendo presentes las condiciones particulares y sociales tanto de la empresa como del bien común. Es interesante el comentario de que la remuneración nunca debe ser insuficiente para el sustento del trabajador, ni siquiera aunque lo acepte en libertad; y, en esa lógica, concluye, “la justicia natural es anterior y superior a la libertad del contrato” (n 302); esta remuneración equitativa del trabajo, la DSI siempre la ve en relación con la distribución justa de la renta de un país, cuya medida ética, obviamente, es la dignidad de todas las personas (Compendio 302).

 

En suma, además de todos los derechos sociales propios de un Estado Social de Derecho, si algo requiere este tiempo de economicismo globalizado extremo es “reforzar la tutela de la dignidad del trabajo”, ante el riesgo de ver negados tanto sus derechos (Compendio 319), como “la libertad y democracia de los pueblos” (Compendio 321).

 

 

D) Y Qué ha dicho la Iglesia de esta Reforma Laboral:

 

Que yo sepa, los órganos representativos de la Conferencia Españolano se han pronunciado.   Entre los Obispos, el más directo ha sido el de Guadalajara, Antonio Algora, en su carta, “A vueltas con la reforma laboral”, en Con Vosotros, Ciudad Real. (Otros Obispos han hablado más con un tono homilético; alguno, pidiendo coincidir con HOAC y JOC en los principios de la DSI; y algunos, desmarcándose de forma absoluta del pronunciamiento de HOAC-JOC; creo que algunas Delegaciones Diocesanas de Pastoral, han querido estar con HOAC-JOC, pero no les han dejado).

 

* En cuanto al Obispo Antonio Algora, critica la reforma laboral, poniendo mucho énfasis en la dignidad del trabajador como “persona”, y la cuestiona así: 

 

porque carga el esfuerzo sobre los más débiles, como siempre;

recorta los derechos de los trabajadores;

deja la relación laboral en manos de la empresa, casi “a su antojo”;

olvida que los trabajadores son personas y tienen familia;

no se presenta como solución provisional, sino definitiva;

parece mentira que haya que recurrir a un pasado tan injusto para crear empleo;

no se compensa con medidas a favor del trabajador como persona;

incluso puede tener éxito económico, pero no humano, para el trabajador y vida;

los poderes financieros, sin pasar por la democracia, quizá estén pescando en el “río revuelto”;

 

* Algunos movimientos apostólicos, (HOAC y JOC), han valorado y criticado la reforma laboral, con ocasión de la huelga general del 29M, de este modo:

 

 

Es rechazable por injusta, pues recorta derechos fundamentales de los trabajadores, ¡personas con familias!, e injustificada, porque afecta a los sectores más débiles y empobrecidos del mundo del trabajo, los que menos participan de la riqueza común (DSI)

 

Somete los derechos de las personas, y toda su vida, a las necesidades de la economía y el mercado. Lo demás, personas o necesidades, realidades subordinadas (DSI).

 

Persigue acabar con el movimiento sindical en la vida económica, una vez deslegitimado.

 

No es el fruto de la negociación y el acuerdo con los agentes sociales, es impuesta.

 

 

* En la misma línea se pronunció la Asociación de Teólogos Juan XXIII y las razones éstas:

 

Comparten el texto de HOAC-JOC, y lo prologan claramente en principios de la DSI y, sobre todo, en concreciones: “que la reforma laboral constituye otra agresión más al trabajo humano, rompe el frágil equilibro conquistado históricamente entre capital y trabajo, se aleja del principio defendido por la Iglesia de la prioridad del trabajo frente al capital, representa un nuevo golpe al derecho laboral, quiebra el derecho constitucional a la negociación colectiva y a la capacidad organizativa de los trabajadores y las trabajadoras, facilita y abarata la expulsión del mercado de trabajo y dificulta, cuando no impide o precariza, el empleo juvenil”. Y añade que, mientras se recortan mil gastos sociales, “la institución eclesiástica no solo no ha renunciado a ninguno de sus privilegios, sino que ha visto incrementados los ingresos provenientes del Estado”; a la vez, esa institución eclesiástica corrige la palabra profética y justa de algunos movimientos obreros cristianos, y, así, “se pone del lado del Gobierno del Partido Popular y de la patronal”.

 

* Me corresponde a mí decir una palabra más, que apenas se va a diferenciar de las HOAC-JOC:   

 

Comparto la valoración de HOAC-JOC, y de la Juan XXIII, en términos de principios de la DSI sobre el trabajador, el empleo decente, los derechos del trabajo y los derechos a una vida digna suya y de su familia.

 

Comparto que en la reforma se ha trastocado, muchísimo, el equilibrio característico de la relación laboral en nuestra sociedad entre trabajadores y empresarios, por causa de la flexibilidad interna en la organización de la empresa y de la flexibilidad externa en cuanto al descuelgue de convenios y despidos.

 

Comparto que puede haber oportunidades nuevas de trabajo para los jóvenes, pero a cambio de hacer mucho más frágil su posición laboral futura, y la de todos, hoy. Su eficacia puede ser eficacia-basura. Lo será. Todo el mundo va tras ello, todo el mundo.

 

La reforma es sin duda injusta. Esto con “la persona” en la mano, es claro.

 

Podemos pensar que es inevitable. Veamos. Si decimos que es inevitable, tenemos que valorarlo; de antemano, inevitable no es igual que justa. Hay que ver qué es lo que la hace inevitable; y digo: la hace inevitable el modelo social en que vivimos y la competitividad internacional en él; sí, es así.

 

Luego para hacerla justa, de forma posibilista, dentro de una correlación de fuerzas tan desigual, habrá que pactarla entre nosotros, primer requisito, equilibrar esfuerzos según posibilidades, segundo requisito, y darle un valor provisional al sacrificio, tercer requisito.

 

El tercero, ni soñar; el segundo y el primero, muy poco. Muy poco, pero algo sí;  sin duda, podría mejorarse el contrato indefinido, haciéndolo a tiempo completo o parcial, con reducción del periodo de prueba, y con indemnización progresiva por despido. Hay varias realizaciones en Europa.

 

 

Concluyo:  

 

Creo que es inevitable por imposición de “los mercados, hoy”, (y no niego factores de necesaria flexibilidad en nuestro mercado laboral, lo he dicho), lo cual no debe evitar una palabra exigente sobre la equidad y la injusticia (Iglesia-DSI).

Creo, por tanto, que es injusta en sí misma, y podía serlo menos si la imposición se repartiera mejor; pero el capital ya no quiere ese trato, no lo necesita; el gobierno que lo sirve, lo comprende y padece, mitad y mitad; y el sindicalismo mayoritario ha sido demasiado inflexible a favor de sus afiliados y fijos. Habría que denunciarlo.

Creo que va a tener a medio plazo, sólo a medio plazo, al crecer, eficacia en empleo-frágil; creo que empleo-basura. Es ya un problema de modelo de sociedad y de producción. ¿Demasiado para este momento? Podría mejorare con modelos de contratos flexibles y más justos, a la vez. Poco margen, pero lo hay con sacrificios mejor repartidos. Pero, ¿quién los aceptará, si la banca va a tener que recibir dinero público por miles de millones de euros para “salvarse”?

 

José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete

Vitoria-Gasteiz

 

Soria, 26 de Abril de 2012

 

FIN

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[1] Se trata de un real decreto ley que tramitado como proyecto de ley, puede variar. Creo que poco.

 

[2] (Guillermo de la Dehesa, ¿Por qué la reforma laboral es tan necesaria?, en el País 12 de Abril de 2012).

 

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