¿El Obispo y una Delegación Diocesana tienen que coincidir en sus valoraciones sociales?
Pero, ¿una Delegación de Pastoral Obrera y el Obispo diocesano tienen que decir lo mismo en cuanto a una protesta social como la huelga? En cuanto a los principios y valores morales en juego, sí, pero en cuanto a la conclusión, no necesariamente. Estamos pensando “las cosas eclesiales” en términos de una partido o empresa unánime en su estrategia, y no es así; somos una comunidad plural en “lo social”, y lo moral y creyente puede traducirse legítimamente en una diversidad de posiciones y acciones sociales; éste el es caso dela huelga. Y, ¿una Delegación Diocesana, en este nivel de lo concreto, la acción precisa que se propone, puede ir más allá que su Obispo y se le puede aceptar? Por supuesto que sí. No puede convocar a la huelga, a mi juicio, pero sí puede mostrarse convencida de su justicia fundamental y expresar su inmensa cercanía. La forma de decir esto es muy importante. Hay que tener en cuenta que una Delegación Diocesana es de todos; por tanto, si se muestra muy cercana al “sí” a la huelga, no gustará a todala Iglesia Diocesana, y ¿qué decir, entonces? A mi juicio, es lógico esto que suceda. La Palabra no pocas veces es causa de división, o mejor, muestra lo que nos divide injustamente. Y más concretamente, una valoración moral en lo social, cuando concreta un comportamiento políticamente discutido, no es “obligatoria” enla fe. Argumentada en términos de justicia social, es perfectamente legítimo que alcance expresiones de simpatía máxima con el sí a la huelga, pero toca a lector cristiano sacar la conclusión que crea más justa, y estar o no de acuerdo con esa simpatía y la acción subsiguiente. Ya somos mayores de edad.
Pero, ¿quién puede pronunciarse directamente a favor o en contra de la huelga, sumándose a su convocatoria o contra ella? Una Delegación o Secretariado, yo creo que no; de hecho, el del Bilbao no lo hace, y el de Madrid, tampoco. ¡Lo insinúan, mucho, pero no lo hacen! (Sí puede hacerlo, a mi juicio, en el caso de una huelga general, un Movimiento Apostólico Obrero, y como interpelación-invitación a los demás cristianos). En cuanto a las Delegaciones o Secretariados, lo lógico es dar cuenta de los factores sociales y morales en juego; a la luz dela Doctrina Social de la Iglesia, no puede hacerse sino desde la “vida” de los más débiles y olvidados de la sociedad, contra la riqueza injusta y por el trabajo “decente”; y su objetivo, animar a los cristianos y ciudadanos a discernir en conciencia y compromiso con la justicia social de esa “causa”; puede concluirse, por supuesto, que sumando principios y hechos, la Delegación ve muy razonable la huelga, pero entendiendo que hay otras posiciones cristianas también porla justicia. Esta esla irrenunciable. Los modos de luchar por ella, no.
Y, ¿el Obispo? ¿Los Obispos? No deberían callar sobre lo mismo, y esperar a desmarcarse de sus Delegaciones, o de HOAC y JOC, sin que sepamos qué principios éticos y compromisos por la justicia les mueven. Precisamente porque ellos callan como tumbas, los Movimientos Apostólicos y las Delegaciones dan un paso al frente. O, ¿los Obispos han convocado a esas Delegaciones y Movimientos para expresar una palabra social y cristiana en común? En Bilbao, quizá sí, no lo sé, y ¿en Madrid, o las demás diócesis? ¿No han podido llegar a un acuerdo? Sería interesante saber esto. Mi impresión es que los Obispos en estas cuestiones sociales, y en clave de justicia social contra la riqueza injusta y por el trabajo “decente”, se esconden y están a la defensiva respecto de su Iglesia; están solos, ¡porque quieren!, en los grandes conflictos sociales; esperan a ver qué dicen los demás, y sólo actúan para corregir algunas valoraciones morales de los cristianos, pero ¿cuál es la suya? ¿Y la toman en órganos de diálogo eclesial y moral, con la representación de los más afectados y de la Iglesia toda? Y, ¿se atienen a esas deliberaciones eclesiales y las asumen como propias? De hacerlo así, también habría críticas, pero no tendrían que andar prohibiendo nada, pues todos sabríamos cuál es la postura más común; y para la mayoría de la sociedad, cuál es la posición de la Iglesia y hasta dónde se puede o no concretar en la moral social cristiana. Es la ventaja de tomar postura moral en lo social, desde la preferencia de la DSI por los más pobres de la sociedad y el trabajo “decente”, y hacerlo como Obispos en sus Iglesias. Hay que sacar estas decisiones del “sigilo” episcopal y “su círculo, y hacerlas en Iglesia que dialoga en sus cauces “comunitarios” y decide en común. Es una idea para corregir pastoralmente “el vaivén político” en estos conflictos sociales tan decisivos.