La declaración de la Izquierda Abertzale, de 26 de Febrero de 2012, Construyamos la paz en el proceso democrático, ha levantado muchos comentarios. La mayoría de ellos muy críticos, sobre todo en relación a su actitud moral ante las víctimas del terrorismo. Cuando he leído el texto, y lo he hecho después de dos días, creía que el reconocimiento de Batasuna hacia el dolor y el mal que ETA ha provocado sería mucho menos claro. Sé perfectamente que ese reconocimiento aparece envuelto en frases “condicionales” (“si hubiese provocado que…”), y equiparando la causa y naturaleza de todos los sufrimientos. Al contrario, lo veo, y no estoy de acuerdo. Pero el paso moral y político que representa ese reconocimiento del dolor ajeno, me parece innegable y un valioso avance en la irreversibilidad del proceso. Comprendo perfectamente la negativa de los que más directa e injustamente han sufrido el terrorismo de ETA, hasta el asesinato de los suyos, para ver algo positivo en esta declaración; pero honestamente yo sí lo veo y creo que, objetivamente, está ahí. Creo que la política no debería despreciar y desaprovechar eso valioso que está ahí. No lo hará, lo sé.
Sin embargo yo me voy a fijar en un aspecto menos destacado y que, a mi juicio, fue y es fundamental. Leo el texto de la declaración y lo comento entre paréntesis:
“Generaciones de jóvenes vascos no resistieron y lucharon a través de la historia porque les gustase, no, miles y miles lucharon porque se sintieron reprimidos, excluidos y dominados por Estados y políticas ajenas a su cultura, identidad y dignidad como pueblo que somos y hemos sido desde hace milenios”.
(Comento: Esto es muy importante, porque exculpa a ETA. Vuelve a la idea de que hicieron generosamente lo que debían y lo hicieron por todos y en nuestro nombre. Cuando la realidad es que, desde hace treinta años al menos, ese pueblo vasco les ha reclamado hasta la náusea, en mi nombre, no; por tanto, la declaración intenta colar el relato de que el pueblo vasco ha querido a ETA como valedor armado de su causa, y en su lugar; y no es así, el pueblo vasco ha participado de una conciencia moral y política que rechazaba inequívocamente a ETA, y la izquierda abertzale no puede hacer esta trampa histórica de legitimación moral y política de ETA, y propia. Una cosa es que el pueblo vasco no haya denunciado en general a esos terroristas y otra que los haya reconocido como propios y en su nombre; la decisión de recurrir al terrorismo fue suya contra todos los demás, y su valoración no es otra que inmoralidad y totalitarismo político).
Y dice el texto:
“2.5. C) La construcción de la paz exige el reconocimiento y respeto a la pluralidad de Euskal Herria. La diferencia en torno al presente y futuro del Pueblo Vasco y sus relaciones con los estados francés y español, que pueden legítimamente mantener las fuerzas vascas, no impide que se reconozca y acepte la existencia de una realidad histórica, lingüística, social, económica y cultural llamada Euskal Herria. Una sociedad plural que ha bebido a través de la historia de las muy diversas aportaciones de los hombres y mujeres que han vivido y viven en este país. Una pluralidad que todos debemos reconocer y respetar. D) Construir la paz conlleva el reconocimiento y respeto de todos los derechos, incluido el Derecho a la Libre Determinación. El derecho a la libre determinación de los pueblos no es una posición partidaria sino un derecho básico… El reconocimiento de este derecho no significa predeterminar nada sino otorgar a la sociedad la capacidad de decidir. Reconoce que es la sociedad vasca la que en última instancia debe acordar sobre su futuro”.
(Comento: Este pasaje me parece vital. En él, la libertad de las fuerzas políticas vascas es total, pero posterior a reconocer y aceptar “la existencia de una realidad histórica, lingüística, social, económica y cultural llamada Euskal Herria”, que aquí se supone idéntica a esa “sociedad plural vasca” y todos debemos respetar. A mi juicio, y dada la experiencia histórica, hay que mirar ambos conceptos y ver si la inmensa mayoría de los vascos entendemos lo mismo por ellos. ¿La experiencia cuál es? En el pasado, la izquierda abertzale nunca ha tenido en cuenta que la diversidad legítima de esa sociedad vasca plural recaía sobre el concepto de Euskal Herria, frente al modo unívoco como lo entendía esa izquierda. ¿Ha cambiado esta idea en la izquierda abertzale, y su noción de Euskalherria acoge el pluralismo, incluso lingüístico, cultural y nacional, que se da en la sociedad vasca actual, y habla de un proceso democrático de contrucción nacional a medio o largo plazo? (Para no ser abstracto, cuando Garitano, el Diputado Foral de Gipuzkoa, dice que él habla sólo en euskera “porque esa es la lengua de Euskalherria”, ¿está describiendo ahí la pluralidad de la sociedad vasca? ¿Piensa así la izquierda abertzale de la pluralidad real de la sociedad vasca? Es un ejemplo, no lo desquicio).
La “sociedad vasca” no puede negar el proyecto “Euskal Herria” y todos los ingredientes objetivos y subjetivos que lo articulan, – lo creo -, pero no se puede pensar que Euskal Herria, como lo entiende la izquierda abertzale, (¡al menos, como lo entendía, una realidad social y cultural unívoca!), es un previo del que objetivamente participa toda la sociedad vasca, y una obligación de un vasco demócrata; menos aún se puede pensar que es un punto de partida universal, con margen de libertad para su articulación institucional, mientras que su asunción, como conciencia nacional y cultural, es obligatoria.
Creo que el proceso democrático de una sociedad vasca compleja, significa reconocer honestamente cómo es Euskal Herria en su complejidad, hoy, qué queremos que sea en el futuro, y cómo transitar entre ambos polos mediante pactos democráticos. Sin cerrar ninguna puerta democrática, pero sin definir de antemano los contenidos de la identidad cultural y nacional de los vascos, ¡según una parte significativa de ellos, pero una parte!, y sólo así poder serlo de verdad. Esto es lo que la izquierda abertzale tiene que aprender a aceptar para democratizarse plenamente. Y la declaración no sé si lo acepta o no; no lo veo claro hasta que no lo digan; pues lo cierto es que ayer no lo decían. A mi juicio es fundamental).
Sólo quería referirme a este par de aspectos menos tratados.