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En cristiano

Un cristianismo con memoria social. Un libro (y V)

13/ ¿El sistema saldrá reforzado de la crisis y sin ni siquiera pedir disculpas a los que arrojó a las cunetas de la vida y de la sociedad?

 

En mi opinión, el sistema es un concepto como sabes algo abstracto. Nos referimos a sujetos y empresas bien concretas y reconocibles. Nos referimos a reglas e instituciones sociales. Pienso en la propiedad privada sin límite, pienso en los paraísos fiscales, pienso en muchos mercados financieros, pienso en las reglas de comercio, pienso en empresas y bancos concretos… Lo menos malo de la crisis es que conocemos con nombres personales y corporativos a los amos del mundo. Los tenemos localizados, y esto tiene un valor estratégico importante. Aquí no los pongo en lista, pero están ya localizados. Ahora bien, si vamos a seguir igual, pues yo creía que no, pero ahora tengo dudas. Yo creía que las primitivas advertencias para regular los mercados financieros iban en serio, pero no es así. No espero que pidan disculpas, sino que los controlemos. El dinero no tiene corazón, y aprisiona a su tropa con celo de tirano. Si no crees en lo que haces, y estás dispuesto a hacerlo en cualquier supuesto y coste, no sirves. A la calle. No disculpo, pero así es su lógica y por eso, primero nos corrompe en lo social, y después en lo personal, y al final nos utiliza. Pero, ¿qué va a pasar?, pues sí, creo que el modelo social va a seguir y que hallará una salida muy injusta todavía; pero pienso que ha visto sus límites; todos hemos visto sus límites; esto es importante; creo que quienes gobiernan, me refiero a la política, quieren salir de ésta como sea, (en general), y creo que una vez de lograrlo, ¡soy un iluso!, van a intentar recomponer las reglas de juego con un sentido más justo; hablo a diez años vista; habrá otro pacto social al estilo del que ha sostenido al Estado de Bienestar, y será en un nivel de bienestar más sostenible y austero, que no por ello peor; incorporará a nuevas poblaciones, los nuevos pueblos “desarrollados”, y mantendrá salidas muy pobres para los más pobres del Sur; va a crecer el círculo de los incorporados al “desarrollo”, pero 3000 millones de pobres seguirán siéndolo y el modelo general va a subsistir; así tiraremos hasta la próxima mega-burbuja financiera, o alimentaria, o del agua dulce, o del ecosistema… El dinero es temible, es la peor bomba atómica cuando se funde el núcleo del reactor. Por eso es tan importante lo que pueden aportar, por ejemplo, las religiones y el movimiento civil alternativo en la asimilación moral y política de la dignidad integral de todos. 

14/ ¿Es posible y realista la esperanza navideña en medio de la crisis?

 

Es posible, desde luego, y hay motivos de esperanza para creer en lo que nos toca hacer y hacerlo de corazón; y es realista, pues al cabo empujamos la vida en lo que nos toca delante y día a día. Ahora bien, que la Buena Noticia cambie el mundo por su alma, y lo demás importa menos, yo no lo creo; no es posible, todo va junto, y la Noticia Buena es que Dios se implica en la historia humana y la vive con nosotros a ras de tierra, en el mismo dolor y con no pocas alegrías. Y esa Buena Noticia susurra que la última palabra sobre la vida más frágil y sufriente, individual y asociada, no está dicha en la espesura de la crisis, ni en la injusticia, ni en el pecado. Al contrario, la Buena Noticia susurra que en el empeño por la fraternidad, el Reino de Dios ya sí crece, y en el fracaso más irritante, personal o social, dice que nunca muere el último germen potencial de bondad y justicia. Ser creyente en la Buena Nueva, es vivir con el realismo de los más conscientes, para no intentar saltar por encima de la propia sombra, y con la convicción de los más pobres de espíritu, para confiar en Dios contra toda esperanza y tomar la propia vida en nuestras manos.  

15/ Como vasco, ¿siente que la paz y la reconciliación están llegando a Euskadi?

 

La paz, como ausencia de violencia, lo que yo veía como terrorismo, es un paso sustancial. Es emocionante palparlo y lo valoro en mucho. Ahora bien, en su realidad profunda es todavía una experiencia incipiente. Tiene que ver con las víctimas, las armas, los presos, la memoria, el relato de los hechos, las ideologías “totales”, el proyecto político, el corazón de las personas, la trayectoria de la Iglesia y la reconciliación social… Entiendo que a nosotros nos toca estar en todo, pero más directamente en la justicia para con las víctimas, en el relato veraz del pasado, en la reconciliación social y la conversión personal, en la crítica de las ideologías y, desde luego, en la humanización de la ley penitenciaria.  Ahora bien, llegar a la reconciliación social y más aún, al perdón,  tiene visos de ser el ideal. Tenemos que entender esto con medida humana, y ahí, se puede avanzar mucho. Hasta el momento, surgen iniciativas muy interesantes por la memoria, la justicia y la reconciliación, pero, yo creo, sinceramente y todavía, que en el secreto de cada corriente social está la idea de preservar y hacer triunfar un relato que salve a “los nuestros” y nuestra ideología de base. No sólo va a costar la reconciliación, sino dar el primer paso en cuestionar el relato de “los nuestros”. En particular, la izquierda nacionalista vasca no creo que lo vaya a hacer en un largo tiempo; quizá, nunca.  No lo sé. A pesar de todo, poco a poco, los relatos del pasado y la memoria para con las víctimas se irán aproximando, y se sucederán gestos de reconocimiento mutuo entre las corrientes sociales mayoritarias; los suficientes para hacer posible la vida política entre distintos. No es poco, pero no es todo. Quedará para más allá de una o dos generaciones el logro de un relato casi único sobre las víctimas y sobre qué ha sido ETA en esta historia. No soy optimista en cuanto a este resultado a corto plazo. Este tipo de “valoraciones” entra en la memoria colectiva de los grupos con diversidad casi insuperable y muy duradera. (Pienso en el caso español, ¡es sólo un ejemplo!, todo el mundo reniega de la guerra civil, ¡72 años!, pero no la interpretamos del mismo modo en cuanto a las responsabilidades históricas o en cuanto al reconocimiento de las víctimas).  Entiendo, por tanto, que está creciendo algo muy bueno, pero que lo va a hacer a su ritmo y a la medida de los humanos; y que habrá que trabajar mucho en valores humanos o éticos (cristianos, por supuesto), para aproximar el corazón a la cabeza, reconocer las injusticias contra el otro, cuestionar las ideologías, aceptar reproches de los que más han sufrido, y crear un cuerpo de valores reconciliadores en la siguientes generaciones de vascos. No es el primer sitio en que esto se logra. Insisto, a la medida de los humanos. Así de realista me veo.

16/ Como teólogo, ¿se siente libre o con miedo, al socaire de las presiones jerárquicas sobre Pagola, Queiruga o Tamayo?

 

No, no soy tan importante como para que se fijen en mí con ese celo. Cada caso es particular. Yo respeto a estos teólogos, y a otros que no citas. Los respeto como teólogos que piensan con mucho criterio teológico. Aprendo mucho de ellos y en unas cosas estoy de acuerdo, muchas, y en otras no, menos. Y aprendo de otros, claro está. A mi me gusta mucho leer a los que no piensan como yo. En clase les digo a menudo que hay otro pensamiento y lo explico, para que sepan qué se dice y por qué, en otras cátedras. Nunca he querido que la gente piense como yo, sino que piense y diga por qué. Luego, si coincidimos, me alegro. Pero nadie me debe nada. Además mis palabras siempre son moderadas, primero, porque es difícil que no vea algo de verdad en mis contrarios, y, segundo, porque me cuesta exigir compromisos que yo evite. De todas formas, sé que si mi obra fuera importante, muchos se molestarían. Yo he dicho que Benedicto XVI es un teólogo que no hace bien la síntesis fe-razón, ¡tiene forma premoderna!, y que “lo social” se le escapa sin remedio en la teología, y esto sí que molestó, pero, vamos, fue una minucia. Yo voy tranquilo por la vida, porque si alguien dice cosas bien dichas, las comparto, y si les veo carencias, las digo. No soy profesor de teología dogmática y esto lo hace más fácil. La gente cree que los moralistas sociales hacemos “filosofía social”, y nos disculpan casi todo.

17/ Un sueño de Navidad

 

Mi sueño de Navidad se me repite cada año; quiero que la gente que amo sea feliz, porque se siente querida y no le falta lo imprescindible para vivir; particularmente me duele el sufrimiento de los niños, porque me puede por dentro. (Me puede tanto, que a veces no quiero saber, lo reconozco). Y quiero que el mundo desarrolle estructuras más respetuosas con la dignidad humana de todos, y de los más pobres en particular, cualesquiera que sean las renuncias que esto suponga a los pudientes y, en proporción, a los demás. Creo que si algo de esto fuese más cierto y tangible para todos, es más fácil la paz, la bondad del sujeto y rezar con fe el Padre Nuestro. Feliz Navidad-Zorionak.

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