10/ Dice usted: “Argumentar reiteradamente, como en el caso español, desde el Concordato es un fracaso pastoral y moral”. ¿Por qué?
Ya lo he dicho, adelantándome. El Concordato tiene una legitimidad democrática muy dudosa; y una legitimidad moral, en cuanto a la sociedad de los iguales en derechos y deberes, más dudosa todavía; y una disonancia con lo que parece más nuclear del Evangelio de Jesús, más chirriante, si cabe. Así, que si algo de esto o mucho fuera cierto, la apelación al Concordato para cerrar un debate moral o pastoral es decepcionante. Es claro que si yo reclamo algo, y lo hago como un derecho, no puedo partir de una ley, pues también esa ley hemos quedado antes que puede ser injusta en temas claves; y aún no siéndolo, yo puedo valorar que pastoralmente me atrapa en una posición que impide o dificulta en serio ser testigos creíbles de Jesús. Yo no estoy contra acuerdos Iglesia-Estado, pero hay que valorarlos en términos democráticos, éticos y pastorales. No quiero ningún derecho que no me corresponda; y puedo plantearme el valor evangelizador de alguno de los que me correspondan, y preferir no tenerlo. Hoy, si no se acepta ser parte del pueblo o sociedad de los iguales en derechos y deberes, el Evangelio está perdido. La Iglesia sufre para reconocerlo y apela a su servicio a la fe.
11/ ¿Por qué sostiene que “fuera de los pobres no hay salvación”?
Este es un concepto teológico para tesis. Y sin embargo se puede adelantar algo en sencillo. El subtítulo de mi libro es “la dignidad humana desde los más pobres”. Quiero decir, y que me perdonen los pobres por mi distancia, que el problema de la salvación de Dios, en su realización histórica, (ya sí – todavía no), es que sus criaturas puedan vivir conforme a su dignidad, que tengan oportunidades reales de responsabilizarse de esa dignidad y de disfrutarla fraternalmente todos; es un sueño, pero es un sueño con carga ética inapelable y carga espiritual fecunda. No soy un iluso, y sé cómo es la realidad personal de limitada, pero la experiencia primera de la fe en Jesucristo, y en su Dios, tiene que acoger esta compasión hacia los últimos y olvidados del mundo. Sin esto, no hay credo que valga en serio. Es como si la mirada religiosa pura o la cosmológica o la mística, más pronto que tarde, tropezaran en el rostro de Dios que nos dijera, “mira a tu lado, comprende sus vidas, asume su dolor”, y “ahora mírame, ahora entiendes quién soy yo y dónde me alcanzas sin rodeos”. De aquí concluyo, que si no miras la vida desde ellos, y vives la fe desde ellos, y la piensas actúas bajo ese impacto, no hay forma de conectar con el Jesucristo de Dios; y si no logras esto, el Dios al que llegas, es ideología religiosa o metafísica de la cultura humana. Sea suficiente. Ya ves que no he dicho nada de praxis liberadora, y debería hacerlo; no quiero asustar.
12/ ¿Cómo promover desde el cristianismo poyectos sociales alternativos?
Hay gente admirable que lo hace. Me consta entre religiosos y religiosas, entre laicos y sacerdotes que lo hacen en niveles de escaso eco pero gran valor local; hay gente que hace maravillas en sus barrios a la luz de la acción social y de la fe. Haypropuestas y realizaciones en Cáritas y en otros Departamentos Sociales de la Iglesia. Haypublicaciones que narran propuestas concretas (pienso en Cristianismo y Justicia). A veces eso de proyectos sociales alternativos suena a otra sociedad completa. Son eslabones de una cadena, piezas de un puzzle, acciones de promoción e inserción muy significativas para un grupo, para una Zona, para una Diócesis; a veces son acciones económicas, otras son éticas y formativas, otras son de concienciación pública y denuncia… prefiero que sea con otros, y no en solitario; la cuestión es no encerrarnos en una solidaridad corporativa, para los asociados, y sin carga crítica de las estructuras. No hay nada más engañoso que eso de, “no hay otra solución social; y, si hay, dinos cuál”; cuando la pregunta es “¿quieres tú venir conmigo a buscarla, o ya no crees en nada alternativo a esto? Bien, pues di que no crees en otra cosa, y no te excuses en que no hay caminos. Y ahora a ver cómo me explicas que Dios en Cristo ha dado a la historia posibilidades inéditas de justicia, conforme a nuestra responsabilidad, claro está”. Quizá sea más cierto que nunca, añado, que no es tiempo de minorías vanguardistas que nos salvan, sino de mayorías ejemplares que se responsabilizan de su vida con intención de vivir humanamente y dejar vivir. Hay tarea.